24 Festival de Cine de Lima: Blanco en blanco
Pedro (Alfredo Castro) es fotógrafo retratista y ha sido contratado por un terrateniente, míster Porter, para que le haga las placas de su boda. El evento tendrá lugar en una inhóspita localidad en el extremo sur de Chile, exactamente en un asentamiento colono en plena Tierra del Fuego. Al ver a la novia, Pedro queda fascinado por su belleza y el potencial fotográfico que encierra. Lo peculiar es que Sara, la musa, en el más exagerado de los casos, ni siquiera alcanza los 15 años.
Pasan los días y no hay cuando se concrete la unión matrimonial, ni ocasión para que Pedro conozca a Porter. Mientras tanto, atrapado en medio de la nada, el fotógrafo tendrá que adaptarse a una vida donde el gélido clima, los mercenarios del patrón, las matanzas de pobladores aborígenes y el enigmático erotismo de Sara, irán liberando sus pensamientos más insospechados.
Blanco en blanco es una película chilena del realizador Theo Court, quien no solo explora las obsesiones de una artista que desconoce los límites que dividen el atrevimiento del recato. El trabajo de Court, sobre todo, ofrece una mirada crítica a un contexto donde el afán expansionista de los colonizadores llevó a arrasar con los asentamientos indígenas que poblaron la zona más austral de Sudamérica, entre finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.
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Court maneja con suma precisión el contraste de circunstancias salvajes frente a la hermosura del ambiente natural. Además, contrapone el espíritu desalmado del hombre que busca la modernidad a través del abuso -Porter, un industrial expansionista; y sus matarifes, unos criminales sin escrúpulos- a los límites del arte y su trascendencia -Pedro se excita con la idea de crear belleza desde lo prohibido o ilegal-.
El fotógrafo es la representación de la doble moral de un hombre que termina cediendo ante las oportunidades que la crueldad y la muerte le brindan, siempre en búsqueda de la mejor fotografía. Alfredo Castro, gran actor de una versatilidad impresionante, otorga a su personaje diversos juegos de miradas y una voz que implora/reclama nuevas sensaciones. El intérprete es un imán que invita a la complicidad y el repudio, a la contemplación y el desasosiego.
Basada en las matanzas reales que casi exterminaron a la nación de los Selknam, motivadas por los permisos que dio el gobierno chileno a los empresarios extranjeros hace casi 100 años, Blanco en blanco transcurre por los senderos del western de una manera muy sutil, sosteniéndose en un trabajo fotográfico que destaca por el manejo de la luz natural en exteriores y la iluminación con velas, mecheros o antorchas en interiores. Blanco en blanco es una obra de arte que nace de un evento bárbaro y real, que desnuda la perversidad del hombre desde la más refinada belleza.