It: capítulo 2
Hace dos años, Andrés Muschietti satisfizo las expectativas de críticos y espectadores cuando presentó la primera parte de su adaptación cinematográfica de It, el celebrado libro de Stephen King. La historia de lucha entre Pennywise y el Club de los perdedores tenía dos antecedentes difíciles de superar: el propio texto del escritor estadounidense y la miniserie de culto de 1990. Sin embargo, la alta valla no fue obstáculo para el director argentino afincado en California. El resultado derivó en una película que se puede tomar en cuenta al momento de hacer un ranking de las mejores cintas de terror de los últimos cinco años.
El aplauso general que It despertó también planteó varias interrogantes: ¿qué propondría Muschietti en la segunda parte? ¿Seguiría el camino de trasmitir miedo desde los propios demonios interiores del ser humano sin caer en el efectismo? ¿Cómo utilizaría ese mismo miedo en personajes adultos para combatir la falta de autoestima y los prejuicios sociales? ¿Acaso volver a colocar en Derry a los mismos personajes supondría un ejercicio innovador de narración o repitiría la estrategia de la primera parte sin desgastarlos? Todas las posibilidades a seguir se movieron en el terreno de la especulación hasta que It: capítulo 2 (2019) se estrenó y nos estrellamos con un muro de decepción.
El trabajo de Muschietti casi sigue la línea que narra el libro y sitúa la acción, 27 años después, en el tranquilo, aunque enigmático, pueblo de Derry. Todos los miembros del Club de los perdedores han salido de la pequeña localidad para forjar un futuro distinto al que les aguardaba en un lugar sin posibilidades de crecimiento personal y profesional, a excepción de Mike. De acuerdo al pacto de sangre que habían hecho de niños tras derrotar a Pennywise, Mike llama a sus viejos camaradas para contarles que el diabólico enemigo ha regresado y que es responsabilidad del grupo volver a destruir a quien tanto daño les había causado. De acuerdo al planteamiento podríamos deducir que la trama seguirá por el camino de la venganza, de los justicieros que tienen una obligación con el mundo, o que, simplemente, se desatará un abierto enfrentamiento entre el bien y el mal. Entonces, una sencilla premisa se transforma en un juego de enrevesamientos mal concebidos.
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It: capítulo 2 acusa de dos grandes problemas. El primero consiste en la multiplicidad de subtramas que no llegan a articularse. La minuciosidad innecesaria de las pesadillas emocionales de cada personaje perjudica el ritmo de la película, a tal punto que hasta los efectos especiales -agentes resolutos de asociación en otras películas de terror- son pura mofa; sobre todo, si en algún momento Muschietti pensó que estos reforzarían su intención de provocar sensaciones extremas. En It: capítulo 2, el suspenso agoniza para dar pase a la comicidad involuntaria. Al parecer, el director cede ante la espectacularidad del impacto y los clichés en lugar de seguir la fórmula del espanto psicológico que sí funcionó en la primera entrega de hace dos años.
El segundo problema deriva del antes mencionado: la excesiva duración de la película. La incapacidad para sintetizar las consecuencias de los conflictos centrales hace que los giros de la historia sean tan variados como estériles y, como se anotó antes, inconexos. Si bien la escena inicial muestra una posibilidad narrativa potente, conforme avanza la película todo se diluye, se dispersa, se aísla y deposita las pocas posibilidades de éxito en una que otra escena. Los actores poco pueden hacer ante el diluvio de errores de Muschietti. A Jessica Chastain y James McAvoy, los más destacados del reparto, no se les puede reprochar mucho. Por momentos están contenidos y falsamente diseñados, forzados. Imaginemos a los demás integrantes del elenco.
It: capítulo 2 no solo decepciona porque venía precedida de una gran primera parte. También llega a fastidiar por su falta de empatía con otras producciones que desde hace pocos años refrescan e innovan el género -caso It Follows (2014), La bruja (2015), No respires (2016), El legado del diablo (2018) o Nosotros (2019)- y se asemeja a tantas producciones que solo llenan la cartelera repitiendo fórmulas básicas. Es decir, It: capítulo 2 pasó de emblemático acorazado de primera línea a una endeble chalupa sin importancia que zozobra en un océano de casi tres horas.