Lo que dejó el Festival de Cine de Lima y cinco películas recomendables*
La Competencia Oficial de Ficción del 23 Festival de Cine de Lima presentó 18 largometrajes que no solo se distinguieron por la variedad de sus temáticas. Las películas que pugnaron por el Trofeo Spondylus también se diferenciaron, notoriamente, en su calidad cinematográfica.
En un primer bloque, podríamos ubicar a un grupo de películas que llamó la atención por la originalidad de su temática, el abordaje narrativo de la misma, la estética de su propuesta visual y los verosímiles registros interpretativos de sus protagonistas.
En el segundo encontramos trabajos que si bien reúnen algunas de las virtudes mencionadas no consolidan sus intenciones y se quedan transitando por el camino del formalismo y la corrección.
El tercer y último bolsón de largometrajes dejó flotando una pregunta que se hizo buena parte de la prensa, los jurados y muchos espectadores decepcionados: ¿qué criterios se utilizan para seleccionar las películas en competencia?
Se entiende que la preferencia y la apreciación son aspectos subjetivos que generan debate, discrepancia o discusión. Sin embargo, no se entiende cómo puede existir tanta distancia entre una propuesta y otra, peor aun cuando deben enfrentarse en la misma categoría.
Si a ese grupo de películas poco disfrutables le sumamos las ausencias de los homenajeados principales -la directora francesa Claire Denis y el realizador boliviano Jorge Sanjinés- y la exagerada expectativa alrededor de Chicuarotes -esa opción de pornomiseria dirigida por el actor Gael García Bernal-, llegamos a la conclusión que el certamen más mediático de la cinematografía nacional quedó en deuda con todos sus asistentes.
A pesar de lo señalado, el 23 Festival de Cine de Lima proyectó un puñado de muy buenas películas en competencia de ficción. A continuación, un recuento de las cinco mejores:
Bacurau (Brasil – Francia)
Con aires de western moderno situado en una inhóspita zona rural de Brasil, la película de Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles presenta a un grupo de asesinos a sueldo que intentarán liquidar a un pueblo entero. Lo que no saben los sicarios es que el espíritu de la comarca y un insospechado héroe marginal darán pelea. Arriesgada propuesta que combina géneros disímiles para potenciar una muy buena historia que tiene tanto de crítica social como de punzante y desenfadado discurso político, sin dejar de lado el humor. La gran ganadora del festival.
La bronca (Perú – España – Colombia)
Tercer largometraje de los hermanos Daniel y Diego Vega que, a diferencia de sus trabajos anteriores, ubican su trama fuera del Perú, específicamente en la gélida Canadá. Un hombre que se dedica a la venta de artículos informáticos recibe a su desadaptado hijo que llega del Perú huyendo de la insostenible situación social generada por Sendero Luminoso y la precariedad económica nacional. El joven desatará una serie de eventos tensos que pondrán a prueba la paciencia de su padre. El detonante de su comportamiento derivará en una acción violenta que desnudará la miseria espiritual y los sentimientos encontrados de los protagonistas. Junto a Retablo, La bronca es la otra excelente película peruana que se verá este año en cartelera.
La vida invisible de Eurídice Gusmao (Brasil – Alemania)
Bajo el sello de los grandes melodramas clásicos, la película de Karim Aïnouz narra la historia de dos hermanas que son separadas por sus padres debido a los prejuicios sociales y las ideas preponderantes de un hogar machista. Como si fuera una máquina del tiempo, este largometraje recorre los tópicos de la idiosincrasia brasileña en un arco temporal de 60 años y ahonda en las relaciones humanas sin resentir los elementos trágicos que la distinguen. El filme de Aïnouz también destaca por un depurado trabajo fotográfico y un gran casting, las actuaciones femeninas son notables.
Monos (Colombia – Alemania – Suecia)
En un monte de la selva colombiana un grupo de guerrilleros adolescentes recibe instrucción militar mientras vigila a una mujer extranjera que permanece secuestrada. Además, tienen la tarea de cuidar a una vaca. Toda la camaradería de los combatientes se transformará cuando el bovino muera por un disparo accidental. Esta historia de traiciones y pugnas por el liderazgo avanza por senderos narrativos experimentales e hiperrealistas. Con claras reminiscencias a Apocalipsis Now, la película de Alejandro Landes brinda una mirada cruda sobre el despertar a la vida que sufren los jóvenes involucrados en la guerra.
Canción sin nombre (Perú – España – Estados Unidos)
Basada en un hecho real, la película de Melina León cuenta la historia de Georgina (Pamela Mendoza), una mujer andina que al llegar a Lima sufre el robo de su hijo recién nacido en una falsa clínica de partos que, en realidad, se dedica al tráfico de bebés. Desesperada por lo ocurrido, busca ayuda y la encuentra en un periodista que todavía mantiene la integridad del oficio. Ambientada en plena ebullición del terrorismo de los ochenta, Canción sin nombre carga una atmósfera fantasmal y opresiva que por ratos se siente sublime y poética. Esta película fue otra de las perlas del certamen, mientras que el trabajo de Mendoza está entre los mejores que se vio durante el festival.
https://youtu.be/LzGXacgsw68
* Raúl Ortiz Mory fue jurado en el 23 Festival de Cine de Lima representando a Apreci y evaluó las películas de la Competencia Oficial de Ficción.