Desafíos en la Producción Científica Peruana
Hace poco fui invitado a ser evaluador de docentes en una Universidad del Perú (proceso previo a ser contratados). Uno de los postulantes se presentó diciendo que tenía un artículo publicado en una revista indexada en la base de datos de Web of Science, y que estaba en el cuartil uno. Esto llamó mi atención y, en primer lugar, lo felicité, ya que esto no es algo fácil de lograr. Luego le hice algunas preguntas: ¿Cuál es el nombre de la revista? ¿Cuáles fueron las principales implicancias de la investigación? ¿Qué tipo de muestreo aplicó? ¿Qué técnica estadística utilizó? ¿Cuáles fueron las implicancias teóricas y prácticas de su investigación? ¿Cuál es el factor de impacto de la revista en la que publicó su investigación?
La respuesta del docente fue que se había olvidado, pero lo extraño es que figuraba como primer autor y además el docente se puso muy nervioso. Luego le pedí que me explicara cuál fue el proceso por el que pasó antes de que su artículo fuera publicado, y nuevamente no supo responder, a pesar de ser el autor correspondiente. Esto me dejó pensando, y desde esa fecha, cuando alguien se presenta diciendo que ha publicado, tiendo a hacerle preguntas, ya que de esta manera demuestran que realmente han realizado un proceso riguroso de investigación y no han pagado por aparecer en la publicación.
El problema
Los círculos académicos utilizan con frecuencia la frase “publicar o perecer” para enfatizar la importancia de la publicación de investigaciones para avanzar en la carrera académica. La frase resalta la presión sobre los investigadores para producir una constante cantidad de publicaciones con el fin de obtener reconocimiento, asegurar financiamiento y progresar en sus respectivos campos. En el ámbito académico, los artículos científicos suelen ser el principal medio para compartir nuevos conocimientos y descubrimientos con la comunidad científica. El proceso de publicación implica enviar los hallazgos de la investigación a revistas científicas revisadas por pares, donde son evaluados rigurosamente por expertos en el campo antes de ser aceptados para su publicación.
Para los investigadores, la cantidad y calidad de las publicaciones suelen jugar un papel crucial en la determinación del avance en su carrera, la obtención de subvenciones y financiamiento, y la ganancia de credibilidad dentro de la comunidad académica. Aquellos investigadores que producen consistentemente publicaciones de alta calidad tienen más probabilidades de llamar la atención, establecer colaboraciones y recibir oportunidades para realizar más investigaciones.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la mentalidad de “publicar o perecer” ha recibido críticas en los últimos años. Los críticos argumentan que el énfasis en la cantidad y las métricas de publicación puede llevar a centrarse en investigaciones “seguras” e incrementales en lugar de perseguir ideas innovadoras o arriesgadas. Además, la presión por publicar puede contribuir a problemas como el mal comportamiento científico, sesgo en la publicación y la crisis de replicación.
¿Realmente el más productivo es aquel que tiene la mayor cantidad de artículos científicos publicados?
En el Perú, hemos observado que muchos investigadores han pasado de no publicar ningún artículo científico a publicar 10 artículos científicos por año, luego 20, e incluso 30. Incluso existen casos de investigadores que publican 100 artículos científicos por año, mientras trabajan jornadas completas de 40 horas semanales. Lo curioso es que cuando se les hacen preguntas sobre la metodología, las técnicas empleadas, las implicancias teóricas y prácticas, y las brechas en el conocimiento, no saben cómo responder. En mi experiencia en el campo de los negocios, solo alrededor de un tercio de los artículos enviados se publican. Esto significa que, si uno envía un promedio de 9 artículos por año a diferentes revistas, se publicarán tres o cuatro artículos, aunque este número puede variar. Después de conversar con varios colegas, coincidimos en esta métrica. Entonces, si estos investigadores publican 15 artículos al año, significa que deben haber enviado al menos 45 artículos a diferentes revistas. Lo curioso es que son profesionales con responsabilidades de docencia, familia y otros compromisos.
Lo extraño es que, a pesar de esta gran producción científica, estos docentes no dicten cursos de redacción de artículos científicos para otros docentes que también publican. La lógica sería que, con ese desempeño, sean mentores de otros investigadores en las universidades en términos de la publicación de artículos científicos.
Las universidades en Perú están realizando inversiones millonarias para impulsar la investigación, y no es justo que algunos individuos se aprovechen de los presupuestos universitarios para obtener beneficios personales. Estos actos muestran una imagen falsa que a largo plazo no será sostenible. Por otro lado, considero que la academia debe ser más rigurosa en el proceso de revisión de investigaciones (antes de pagar bonos por publicación). Me permito sugerir que los investigadores demuestren el proceso de revisión por pares, lo cual permitirá verificar si efectivamente hubo una revisión por pares, la rigurosidad del proceso y garantizar que la revista cumple con los estándares exigidos por las bases de datos.
Muchos por Hacer
Desde mi perspectiva, para combatir estas malas prácticas, se deberían establecer sanciones más severas que inhabiliten a los docentes que se lucran con los recursos económicos de las universidades. Actualmente, lo que sucede es que estos docentes cambian de institución sin enfrentar consecuencias por sus acciones. Una posible solución planteada es la inhabilitación de la docencia para aquellos que incurran en prácticas fraudulentas. Si una persona es penalizada de manera adecuada por sus malas prácticas, se dificultará su adaptación a un nuevo entorno, lo que contribuiría a prevenir futuros casos de este tipo. La semana pasada, presenciamos cómo un investigador de Harvard, que se dedica al estudio de la honestidad, fue acusado de fabricar hallazgos. Esto nos hace reflexionar sobre la posibilidad de que situaciones similares puedan ocurrir en Perú, donde muchas universidades no cuentan con procesos sólidos de revisión.