Gracias Señor Soldado
Desde niño, tuve la oportunidad de vivir cerca de los militares y observar el sacrificio que realizan por el país. Parte de mi niñez la pasé en la región de Ayacucho, uno de los lugares más golpeados por el terrorismo. Recuerdo que, cuando observaba por la ventana de mi casa, veía a hombres vestidos con el uniforme digitalizado del Ejército del Perú, siempre correctamente uniformados, parados con porte militar y muy amables con todos. Una vez los interrogué con muchas preguntas: ¿cómo hacen para estar parados tanto tiempo con un fusil?, ¿tienen familia?, ¿por qué están acá en lugar de estar en sus casas?, ¿les pagan bien por estar todo el día cuidándonos? La verdad que, como niño, no entendía bien cuál era su trabajo.
Recuerdo, también, que nos encontrábamos cerca de la Navidad y, como estábamos en la sierra, la lluvia era bastante fuerte. Mientras todos estábamos en nuestras casas esperando la Noche Buena, yo veía por la ventana a esos hombres vestidos con uniforme camuflados, con sus fusiles, parados y expuestos a la lluvia. Paró la lluvia y me acerqué a los soldados. Recuerdo que uno de ellos se apellidaba Tapia; lo recuerdo claramente porque tenía el apellido de un profesor de mi colegio y le volví a preguntar lo mismo que a sus compañeros. Él respondió lo siguiente: amor al Perú. En ese momento, entendí el significado de la palabra amor, palabra que había escuchado en la televisión, pero, por mi corta edad, no podía darle un significado más robusto.
Pasaron 26 años y veo a los mismos soldados, posiblemente algunos sobrinos o incluso hijos de aquel soldado Tapia, nuevamente dando la vida y cuidando el bienestar de personas que no los conocen. Hoy, enfrentando a un enemigo silencioso y peligroso como el COVID-19, cuyas víctimas, de acuerdo con la Universidad de Johns Hopkins (2020), son 5 047 377 personas infectadas a nivel mundial, y 329 816 personas que han perdido la batalla y han visto la muerte. Las estadísticas en el Perú, según la misma universidad, dan como resultado 104 020 personas infectadas y 3 024 personas fallecidas.
Tengo el honor de vestir el verde olivo como Oficial de Reserva del Ejército del Perú y pertenecer a la Junta Directiva de mi promoción (tercera promoción). Nuestra junta directiva está liderada por el Tte. Cab (rva). Bianchi Calderón Luis, quien planteó un ambicioso proyecto cuyo objetivo era beneficiar a 7 000 familias de los soldados del Ejército del Perú. La idea era que los oficiales de reserva recurran a sus contactos (empresas y personas naturales) para lograr la donación de kits. Así, además de cumplir con el objetivo de apoyar a las familias de los soldados, ellos verían y sentirían el agradecimiento de los peruanos. El proyecto fue comunicado de inmediato al alto mando del Ejército del Perú, quienes apoyaron de manera estratégica la iniciativa. Luego, fue comunicado a las juntas directivas de la primera, segunda y cuarta promoción, las que se sumaron a esta iniciativa y, gracias al esfuerzo conjunto, se logró superar la meta inicial.
Gracias, señor soldado, por dar la vida por nosotros, por cuidarnos, por apoyarnos y por enseñarnos que no hay acción más noble que dar la vida por personas que no conoces. Desde hoy, cuando veas a una persona uniformada, dale las gracias, porque ese pudiste ser tú, tu padre, madre, algún familiar o amigo.
¡Mayor esfuerzo hacia la misma meta! ¡Sigamos avanzando!
¡Vivan los señores soldados del Ejército del Perú!
¡Viva el Perú!