¿Qué producen las Universidades?
Por: Ignacio Risso De las Casas
De acuerdo con Deane y Borg (2011), el pensamiento crítico es una habilidad que buscan los empleadores en su personal, ya que garantiza que estos puedan analizar y evaluar datos para generar conclusiones y, así, hacer inferencias, formar juicios y tomar decisiones necesarias para tomar acción. De esta manera, el pensamiento crítico está visto como la habilidad más importante que un empleado puede poseer. Las cuatro competencias claves que un empleado debe de tener son: (a) pensamiento crítico; (b) creatividad; (c) comunicación; y (d) colaboración. Actualmente, el 71 % del total de horas de trabajo en las industrias son realizadas por humanos y 29 %, por máquinas o algoritmos. Sin embargo, se estima que para el 2022, los porcentajes sean de 58% y 42%, respectivamente (Foro Económico Mundial, 2016; 2018). Esto evidencia que el rol de las personas en las organizaciones tenderá cada vez más hacia dirigir y tomar decisiones, y menos a trabajos manuales.
Figura 1. Recuperado de https://es.weforum.org/agenda/2016/09/cuales-son-las-habilidades-del-siglo-21-que-todos-los-estudiantes-necesitan/
Dwyer, Boswell, Elliot (2015) encontraron que la experiencia laboral no tiene efecto en el pensamiento crítico general, pero que los que la tenían, obtenían puntuaciones mejores en las pruebas de pensamiento crítico relacionadas a los negocios que los que no. Asimismo, los que contaban con educación universitaria alcanzaban mejores resultados que los que no y, así, definieron que la habilidad general del pensamiento crítico no difiere significativamente entre grupos, pero sí existe un ventaja brindada por la experiencia y conocimientos en el ámbito laboral.
De acuerdo con Brown y Bielinska-Kwapisz (2015), las habilidades del pensamiento crítico están influenciadas por las siguientes variables: (a) influencia fuerte del instructor; (b) participación del estudiante en clase; (c) interacciones entre alumnos en el curso; (d) involucramiento de los alumnos dentro y fuera del aula; (e) involucramiento de los estudiantes en discusiones electrónicas; (f) solución de problemas; (g) trabajos escritos; (h) servicio de aprendizaje; e (i) el uso de casos retóricos de estudio. Para Bailin, Case, Coombs, Daniels (1999), enseñar pensamiento crítico es un tema de enseñar a los alumnos a hacer uso apropiado de conceptos, estándares, estratagemas y procedimientos que nuestra cultura ha desarrollado para un pensamiento disciplinado con más frutos.
Figura 2. Recuperado de https://es.weforum.org/agenda/2016/09/cuales-son-las-habilidades-del-siglo-21-que-todos-los-estudiantes-necesitan/
Dwyer, Boswell, Elliot (2015) encontraron que la experiencia laboral no tiene efecto en el pensamiento crítico general, pero que los que la tenían, obtenían puntuaciones mejores en las pruebas de pensamiento crítico relacionadas a los negocios que los que no. Asimismo, los que contaban con educación universitaria alcanzaban mejores resultados que los que no y, así, definieron que la habilidad general del pensamiento crítico no difiere significativamente entre grupos, pero sí existe un ventaja brindada por la experiencia y conocimientos en el ámbito laboral.
De acuerdo con Brown y Bielinska-Kwapisz (2015), las habilidades del pensamiento crítico están influenciadas por las siguientes variables: (a) influencia fuerte del instructor; (b) participación del estudiante en clase; (c) interacciones entre alumnos en el curso; (d) involucramiento de los alumnos dentro y fuera del aula; (e) involucramiento de los estudiantes en discusiones electrónicas; (f) solución de problemas; (g) trabajos escritos; (h) servicio de aprendizaje; e (i) el uso de casos retóricos de estudio. Para Bailin, Case, Coombs, Daniels (1999), enseñar pensamiento crítico es un tema de enseñar a los alumnos a hacer uso apropiado de conceptos, estándares, estratagemas y procedimientos que nuestra cultura ha desarrollado para un pensamiento disciplinado con más frutos.
Figura 3. Recuperado de https://es.weforum.org/agenda/2016/09/cuales-son-las-habilidades-del-siglo-21-que-todos-los-estudiantes-necesitan/
Pero, ¿qué están haciendo las universidades al respecto?
Centrémonos en los profesores de las universidades, quienes lideran las clases y se encargan de desarrollar a los alumnos para, eventualmente, producir profesionales capaces de ayudar a las organizaciones a alcanzar sus objetivos.
De acuerdo con Bass y Avolio (1993) el liderazgo es una actividad mediante la cual una persona influye en el comportamiento, las conductas y las creencias de un grupo de personas, con fines éticos y con objetivos claros. De estos, identifica tres estilos de liderazgo: (a) el “Laissez-Faire” (entiéndase como “dejar hacer”), un “no liderazgo” que tiene al líder prácticamente ausente en el día a día de sus subordinados, delegando la gran parte de las tareas; (b) el transaccional, un estilo en base a castigos y recompensas que para los autores es una mala forma de liderar; y (c) el transformacional, el verdadero liderazgo, que se involucra con sus subordinados y busca hacerlos crecer al máximo de sus capacidades, teniendo en cuenta todos los aspectos de la vida de los mismos.
Trasladando estas definiciones a la vida universitaria, un profesor “transaccional” sería aquel que se muestra inflexible con las calificaciones, se centra en las definiciones y no explota la capacidad del alumno de pensar y resolver casos aplicando los conocimientos aprendidos en clase. Por lo general, las evaluaciones en este caso estarán orientadas a memorizar conceptos, procesos y demás. Por otro lado, un profesor “transformacional” sería aquel que se enfoca en desarrollar conceptos para que el alumno esté en capacidad de aplicarlos a diferentes casos, diferenciando contextos y entendiendo que cada situación en la vida empresarial es una en particular y que, generalmente, no existe una “fórmula secreta” para algún problema. Este líder buscaría que los alumnos cuestionen sus conocimientos y busquen evidencia y argumentos válidos respaldados para sus respuestas.
Figura 4. Recuperado de https://www.google.com.pe/search?q=leadership&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=2ahUKEwiq_argu6_nAhWzBtQKHUMWAtUQ_AUoAXoECBMQAw&biw=1920&bih=969#imgdii=awQJ7ytdNVl97M:&imgrc=2S9UDigPzxBrPM:
Los profesionales formados con enseñanza “transaccional” tendrán tendencia a lo técnico, a la burocracia y al control. Por su parte, la enseñanza transformacional formará profesionales que tiendan a analizar situaciones, ver problemas de diferentes perspectivas y buscar los mejores resultados posibles con las mejores decisiones posibles. Esto es, a utilizar el pensamiento crítico. De acuerdo con Lipman (1988), existen quienes consideran que el pensamiento crítico debe ser un adicional en la enseñanza y otros, que es una disciplina; para el autor, la primera postura llevaría a una eventual desaparición del pensamiento crítico, mientras que la segunda lo pone en el centro de la educación.
Una persona que memoriza un concepto tenderá a tener dificultades explicando el mismo de forma distinta al que memorizó. Por el contrario, una persona que entiende verdaderamente un concepto, es capaz de aplicarlo a diferentes contextos y explicarlo de forma distinta. De acuerdo con Ekman (2001), uno de los motivos por el que se descubren las mentiras es porque los mentirosos no han podido preparar bien la historia de la misma y terminan diciendo incongruencias. Esto denota que la memoria es frágil. Nuestro cerebro agrupa inputs de nuestros sentidos y las organiza para formar memorias, pero estas no necesariamente son fieles a la realidad porque las imágenes se distorsionan y no siempre podemos recordar todo tal y como se recibió la información. Cuando un individuo miente, tiende a memorizarse una especie de “guión” para justificar su mentira y no concibe variaciones en lo que dice.
Considero que esta problemática tiene implicancias enormes en el mundo laboral. En la mayoría de procesos de selección de nuevo personal los CV son el primer filtro; más aún, se elimina del proceso a los candidatos que no estén en el tercio superior de su facultad. Es evidente que este documento falla en evidenciar el verdadero aporte que un postulante pueda dar a la organización. La pregunta es, ¿cuánto potencial se está perdiendo en este filtro?
Si las universidades tuvieran como centro de educación al pensamiento crítico y buscaran docentes con estilo de liderazgo transformacional, los egresados estarían mucho mejor preparados para el mundo laboral e incluso personal. Estarán en capacidad de tomar mejores decisiones, analizar ofertas de trabajo, estrategias, cuestionar objetivos, cuestionar procesos, recurrir a ayuda de expertos, trabajar en equipo para incluir aportes e ideas de otros que agreguen valor al trabajo y mucho más. Considero que las calificaciones en exámenes orientados a la memorización desvían la realidad y pueden llevar a mostrar alumnos como “brillantes” cuando carecen de capacidad de pensar críticamente; o, por el contrario, presentar alumnos como “mediocres” cuando en realidad tienen mayores habilidades para aplicar conceptos que para memorizarlos.
Entendiendo que las empresas buscan los mejores profesionales para sus fines, es deber de las universidades (e incluso colegios) orientar la enseñanza a darles a sus alumnos todas las herramientas posibles para analizar y aplicar conocimientos a diferentes contextos. Es deber de las universidades producir profesionales en capacidad de tomar las mejores decisiones posibles para construir mejores organizaciones y, como consecuencia, sociedades. Es deber de las universidades educar profesionales para ayudar a las organizaciones a alcanzar sus objetivos y, a su vez, aportar a la sociedad con individuos conscientes de cada decisión que tomen.
Sin embargo, ¿Qué están produciendo las universidades?
Referencias
Bailin, S., Case, R., Coombs, J. R., & Daniels, L. B. (1999). Conceptualizing critical thinking. Journal of curriculum studies, 31(3), 285-302. https://doi.org/10.1080/002202799183133
Bass, B.M, & Avolio, B. J. (1993). Transformational leadership and organizational culture. Public Administration Quartely, 17 (1), 112-120.
Brown, F. W., & Bielinska-Kwapisz, A. (2015). Understanding the Nature and Determinants of Critical Thinking Among Senior Business Undergraduate Students. Journal of Education for Business, 90(7), 359-368.https://doi.org/10.1080/08832323.2015.1068156
Deane, M., & Borg, E. (2011). Inside track: Critical thinking and analysis. Essex, England: Pearson.
Dwyer, C. P., Boswell, A., & Elliott, M. A. (2015). An evaluation of critical thinking competencies in business settings. Journal of Education for Business, 90(5), 260-269. https://doi.org/10.1080/08832323.2015.1038978
Ekman, P. (2001). Cómo detectar mentiras: una guía para utilizar en el trabajo, la política y la familia (1ª ed.). Madrid: Editorial Paidós.
Foro Económico Mundial (2016). ¿Cuáles son las habilidades que todos los estudiantes necesitan para el 2020? Recuperado de: https://es.weforum.org/agenda/2016/09/cuales-son-las-habilidades-del-siglo-21-que-todos-los-estudiantes-necesitan/
Foro Económico Mundial (2018). Cinco cosas que debe saber acerca del futuro de los puestos de trabajo. Recuperado de: https://es.weforum.org/agenda/2018/10/cinco-cosas-que-debe-saber-acerca-del-futuro-de-los-puestos-de-trabajo/
Lipman, M. (1988). Critical thinking: What can it be? Educational Leadership, 46(1), 38-43.