Política económica y política social
Las políticas económicas y sociales no están separadas, sino que son parte de la misma estrategia de desarrollo. En el Perú parece que están separadas. Las políticas económicas tienen como objetivos el crecimiento sostenido de la producción (PBI), el mantenimiento de una inflación baja, un alto nivel de empleo y unas cuentas externas en equilibrio. Se dividen en políticas fiscales (aplicadas por el MEF) y políticas monetarias y cambiarias, que son responsabilidad de la autoridad monetaria (BCR).
En el primer caso, los instrumentos más importantes son la definición de una estructura tributaria y el nivel, destino y gestión del gasto público. En el segundo caso, destacan la determinación de la tasa de interés de referencia interbancaria (con el objetivo de lograr la inflación meta) y la elección de una manera en la que se va a determinar el tipo de cambio.
Las políticas sociales son acciones que desde el Gobierno —o con su apoyo— son ejecutadas para el logro del desarrollo humano personal. Por un lado, están las medidas (por ejemplo, el diseño de una política alimentaria) y, por otro, los impactos (la reducción de la tasa de desnutrición infantil). Observar los impactos sociales y no solo las medidas o la prestación del servicio social es una de las claves.
Las políticas económicas y las sociales están interrelacionadas entre sí, pues la primera financia a la segunda. El crecimiento económico, medido por el aumento en el PBI, aumenta la recaudación tributaria y así viabiliza el gasto necesario para ejecutar la política social. Por otro lado, la política social, al promover mejores niveles de educación, salud, igualdad de oportunidades, entre otros, contribuye decididamente con el crecimiento económico futuro. Encontrar el círculo virtuoso entre ambas políticas es un reto para cualquier estrategia. El objetivo es el desarrollo y mirar “más allá” de las cifras económicas.
En las últimas décadas, salvo excepciones, se han concebido ambas como separadas. Son parte de la misma estrategia. La una no funciona sin la otra, pues la economía tiene como objetivo elevar el bienestar de todos los habitantes de un país. Una mala economía no conduce a elevar la calidad de vida y una mala política social no sostiene los resultados económicos en el tiempo. Y esto no es ningún modelo. Es lo que hacen los países que logran otorgar a sus ciudadanos altos niveles de bienestar. Desde luego que para que ocurra, se requieren altos niveles de credibilidad e institucionalidad, hoy ausentes en el Perú.