Externalidades, COVID-19 y vacuna
Una externalidad aparece cuando una persona (natural o jurídica) realiza una actividad que hace un daño a un tercero, quien no es compensado por el daño. En el caso del COVID-19 el impacto es negativo (el tercero se contagia), por lo que la externalidad es negativa; el costo puede ser la muerte de la otra persona. Una persona asintomática que decide no usar mascarilla o acude a una aglomeración y se contagia, puede contagiar a un tercero, sin que este último sea culpable y se haya cuidado.
Pensemos ahora en el ruido y el motor defectuoso de un vehículo. A través del tubo de escape arroja un humo que es respirado por terceros, que nada tienen que ver entre el carro y su dueño. Nadie los compensa por el problema generado por el aire que tienen que respirar y si no existe una normativa adecuada seguirá existiendo ruido y contaminación a través de los gases producidos por los vehículos. Otro ejemplo: una mina opera en cierto lugar y los desechos tóxicos, producto de su proceso productivo, son arrojados a un río y contaminan el agua que algunos kilómetros más allá, sirven a un grupo de agricultores para regar sus sembríos. En este caso, los agricultores reciben el daño sin que ellos participen de la producción de la mina.
En el caso de los ejemplos todas son negativas, pero también las hay positivas, como los efectos positivos sobre toda la población de una campaña de vacunación masiva. La vacuna corregirá, desde el Estado, la externalidad negativa. De esta manera, la externalidad es una falla del mercado, pues el problema de fondo es que quien toma una decisión no considera los efectos externos de su comportamiento.
Ante ello, el Estado interviene para corregir al mercado e intenta influir sobre su comportamiento para proteger los intereses de los afectados. Es la llamada solución pública. En el caso de la mina, los gobiernos pueden poner un impuesto por tonelada producida de modo de reducir la producción o regular. Así, mediante la regulación se puede hacer que ciertos comportamientos sean obligatorios o prohibitivos. En el caso del COVID-19 castiga a aquellos que salen durante el toque de queda. Desde luego que las opciones se piensan en función de los afectados, pero el asunto no es tan simple como parece, pues existen distintas opciones y cada una de ellas tendrá costos y beneficios.
La vacuna está por llegar. Es la solución a la pandemia y a la externalidad. Me parece que para aligerar la carga del Estado, los que podemos pagar, debemos pagar en una opción privada. Así liberamos una vacuna para aquellos que no tienen los medios y que la necesitan, al igual que nosotros. La población total estaría inmunizada más rápido.
Se ha generado un debate sobre el tema y no entiendo por qué. Si todos los que pueden pagar, lo hacen, entonces se liberan muchas vacunas que agilizarán las vacunas para los que no pueden pagar. ¿Qué preferimos? ¿Que el estado vacune a todos o que los que pueden pagar lo hagan en un lugar privado? No podemos ser tan dogmáticos. Nuestra responsabilidad es con los que no tienen los medios para pagarla. No hacerlo es una total falta de solidaridad.