La economía sigue mejorando pero …
La producción de la economía peruana cayó 3.79% en octubre, en comparación contra igual mes del año anterior. Es la menor caída desde abril, mes en el que la reducción fue de 40.5%. 2020 lo cerraremos, más o menos, en -12%. Inclusive caeremos menos que otras economías más avanzadas, pero ese no es el punto.
Hoy, muchos dicen que la caída de 2020 se explica por el prolongado aislamiento de 107 días. Sin embargo, ahora que la economía está bastante abierta, aparecen nuevamente los temores de una segunda ola de contagios. Entonces, ¿cuál era (y es) el dilema? Si abres la economía aumentan los contagios, pero la economía mejora; si no la abres, la economía se frena pero se reducen los contagios. Otros dicen que es un falso dilema y que se podían hacer ambas cosas.
Primero, para diseñar políticas públicas requieres de una excelente base de datos; sin información, andas a oscuras. Segundo, de nada sirven las buenas cifras macroeconómicas, si no se reflejan en el bienestar de todos los ciudadanos.
Tercero, ambas carencias son anteriores a la pandemia. En los últimos, diría, cincuenta años, los políticos han prometido invertir más y mejor en salud y no lo han hecho. No han reformado al Estado y han dejado altos los costos de la formalización. Se han preocupado de administrar el corto plazo y jugar para el aplauso de las tribunas (tal como lo hace ahora el Congreso), sin pensar en los impactos reales sobre las personas.
Cuarto, ¿cómo cambiar? Pues haciendo lo que debió hacerse, aunque no tenga resultados inmediatos. Nadie duda que los servicios básicos no son iguales para todos. Y muchos piensan que ello se soluciona gastando más. De hecho se requiere dinero, pero lo más importante es la gestión del Estado. ¿Cómo puede ser posible que estemos en la cola de los países receptores de la vacuna? Que quede claro, no es un tema de dinero, sino solo de gestión.
Si el Estado no es capaz de comprar las vacunas, ¿creen que puede serlo haciendo otras tareas? Actuemos fuera de dogmas y veamos la realidad. Analicemos sin apasionamientos qué es lo que funciona y qué es lo que no funciona. Dejemos el deporte nacional de buscar culpables, para otro momento. Evitemos la segunda ola y de una vez por todas pongamos a la economía en una senda de crecimiento inclusivo y sostenible.
Quinto, para lo anterior debemos bajar la turbulencia política. No se puede ser tan irresponsable al proponer un mayor gasto sin aclarar al menos dos cosas: por un lado, de dónde saldrá el dinero y por otro, cuáles serán las consecuencias indeseadas que permanecen ocultas en el corto plazo. Nuestros políticos deben estar a la altura de las circunstancias, dejar venganzas e intereses personales de lado, que al final solo perdemos los ciudadanos de a pie.
¿Cómo puede haber tantos candidatos a la presidencia? ¿Realmente saben qué hacer con la economía? Entonces que nos enumeren cinco medidas concretas que tomarían el 29 de julio de 2021, con su respectivo análisis de impactos y de costo beneficio. Si no lo saben, mejor no postulen.