¿Cómo proyectar en economía ahora?
Hace unos días el Banco Mundial presentó algunas proyecciones para América Latina. Estima una caída del PBI de 4.6% para América Latina, es decir, una recesión. México y Ecuador caerían 6% cada una, Argentina y Brasil experimentarían reducciones del PBI de 5% cada una, Perú con -4.7%, Bolivia con -3.4%, Chile -3.3% y Colombia -2%. Hacía décadas que no se observaba una recesión de semejante magnitud. Más allá de los terribles números, ¿cómo se realizan proyecciones ahora, sabiendo que la información cambia cada día? Una opción es no proyectar por la incertidumbre en el resultado real; otra, es hacerlo especificando los supuestos de la proyección con establecimientos de rangos.
Asumamos los errores no son un cometidos “a propósito”, por el interés que tienen en vender una idea determinada; pensemos ahora en un profesional, que sin ser parte interesada (ni a favor ni en contra) quiere proyectar lo que pasará con la economía en este 2020 ahora en abril. El mecanismo es el uso de modelos. La economía no es una ciencia exacta ni tampoco se puede experimentar para ver qué pasa. Me explico. Un zoólogo simula el comportamiento de los ratones en un laboratorio. En una caja hace un laberinto y al final pone el queso. Se sienta frente a la caja y observa el comportamiento del ratón y obtiene conclusiones válidas. Eso no se puede hacer en economía.
Un modelo en economía es una abstracción de la realidad; extrae de ella aquellos elementos que considera claves para la proyección que está haciendo; luego asume ciertos comportamientos de esos factores que ha tomado de la realidad y finalmente los expresa en ecuaciones matemáticas. Mediante distintos métodos resuelve el problema matemático y eso arroja una proyección. Las dificultades aumentan con la incertidumbre actual.
¿Es malo hacer proyecciones de este modo? No, sino que los resultados del modelo son solo un insumo para la proyección, pero no el único; pueden ser una especie de punto de partida, al que hay que agregarle otras variables no económicas, como las institucionales, políticas, la magnitud esperada de los impactos negativos del COVID 19, etc. Con ellas ajustar la proyección hacia arriba o hacia abajo. ¿Será perfecto el resultado? De hecho no lo será, pues también dependerá de qué otros factores se están tomando en cuenta; digamos que así se minimiza el error. Además, supongamos que vemos las proyecciones de diciembre de 2019 con respecto de lo que pasaría en 2020. ¿Alguien podía esperar que ocurriera el COVID 19 en la magnitud que lo estamos viviendo?
Aun así, la mayoría de analistas se queda en los resultados del modelo y no especifica las debilidades propias de cualquier proyección. Señalan algo así: el modelo usado nos señala que la economía caerá 4.6% para América Latina en 2020 y ahí se quedan. ¿Y qué pasa si alguna variable no esperada, como el COVID 19, entra en acción? ¿Cómo podría saber cómo se van a comportar las variables en el futuro? Como no puedo saberlo, la proyección falla.
No se trata de decir que los modelos no sirven; el problema es el uso que le damos. Son solo una referencia que la podemos usar como punto de partida, pero no más. Nadie puede leer el futuro y eso lo sabemos todos. Sin embargo, todos hacemos proyecciones, inclusive los más críticos, que de manera permanente dicen que todo irá mal. Para ellos, la pregunta es la misma, ¿cómo lo saben? No perdamos la humildad en reconocer que más es lo que no sabemos que lo que sabemos.