Razones de la turbulencia social en América Latina
De un tiempo a esta parte, varios países de la región están atravesando un período de turbulencia política y social que no sabemos cuándo terminará. Cada caso es diferente del otro en cuanto a la razón inmediata. Pese a ello, he tratado de buscar qué elementos en común tienen todos ellos. Sin que esto signifique que tengo la razón, se me ocurren dos razones.
En primer lugar, todos los países pasaron por un crecimiento económico estelar entre 2003 y 2013, a excepción de 2009, año de caída debido a los efectos de la primera crisis financiera internacional del siglo XXI. Entre 2014 y 2018, el crecimiento económico ha sido, en promedio, la cuarta parte del anterior. Menor crecimiento significa menor empleo y reducción de la recaudación tributaria. Como consecuencia, los gobiernos tienen menos para gastar. Por lo tanto, la primera razón común es el menor crecimiento económico, fenómeno no solo latinoamericano, sino mundial.
En segundo lugar, otro hecho no solo regional, sino mundial, es una crisis del sistema político, más precisamente de la democracia representativa. La credibilidad en la clase política se ha deteriorado con el tiempo y ya nadie cree en los políticos, a quienes culpan de todos los males. Este tema se ha manifestado, entre otros aspectos, en una casi total incapacidad de los gobiernos en cumplir con una entrega adecuada de servicios básicos de calidad. Simplemente parece que no puede hacerlo. Las razones pueden ser diferentes, pero la población latinoamericana percibe una falta total del gobierno casi en todos sus aspectos. La percepción es que los gobiernos no hacen nada.
Desde luego que la situación hace que cada grupo político jale agua para su molino en una demostración más de por qué una vez en el poder son rechazados por la población. Algunos culpan al modelo de mercado, que erróneamente y en un desconocimiento total de la historia, llaman neoliberalismo. Si fuera así, entonces países como Venezuela serían el paraíso y todos sabemos que no es verdad.
La discusión trasciende al modelo, si es que este último existe. Es un tema de representatividad de los ciudadanos que no se sienten escuchados y que piensan que dañando a terceros o destruyendo la infraestructura, lograrán sociedades mejores y despertarán a la clase dirigente. Además, es un tema de la economía mundial que mantiene su desaceleración. En mi opinión la razón de este comportamiento es que la crisis financiera de 2008 no ha pasado, sino que los gobiernos simplemente se han endeudado más para tapar las deudas que originaron la crisis. Un tremendo error que pagarán las siguientes generaciones, si es que no la actual.
Ahora más que nunca debemos tener cabeza fría y ser lo más objetivos para encontrar las causas de lo que ocurre. Ojalá, los políticos de la región, estén a la altura del reto histórico.