Economía de mercado y mercantilismo
Algunos analistas señalan que el modelo económico peruano no funciona. Ante eso, surgen dos preguntas: por un lado, ¿cuál es el modelo económico? Y por otro, ¿funciona o no? Vamos por partes. Desde mi punto de vista, la estrategia económica aplicada en Perú tiene elementos de mercado, sin ninguna duda; pero no está lo suficientemente avanzada para que podamos llamarla economía de mercado. Me explico.
En primer lugar, predomina el mercantilismo. Esto significa que aquellos que están conectados con el gobierno de turno, gozan de privilegios para obtener facilidades de modo de crecer cada vez más. No se compite en igualdad de condiciones y en no pocos casos, el medio para lograr objetivos son las conexiones con funcionarios de cualquiera de los tres niveles de gobierno. Buscan privilegios para ellos mismos o para el sector en el que se encuentran. Los casos de corrupción que venimos viendo hace ya buen tiempo son una clara prueba de ello. Las cosas se consiguen con favores a cambio de dinero.
El mercantilismo descrito genera que la riqueza se concentre en unos pocos, justamente en aquellos que acceden a los privilegios y se prestan a la corrupción. Y eso concentra cada vez más la riqueza en pocas manos, en desmedro de la mayoría. Eso no es una economía de mercado, pues los recursos no se asignan en función de las capacidades de cada quien, sino en a partir del grado de conexión con funcionarios públicos encargados de tomar decisiones.
En segundo lugar, el mercado ha hecho crecer a la economía en las últimas décadas. Eso es innegable. Como también lo es que solo una porción de la población ha gozado de ese crecimiento. Eso ha ocurrido porque casi no ha habido redistribución. El asunto es así. El mercado hacer crecer a la economía, pero la distribución de los ingresos que de ahí sale, puede dejar en malas condiciones a muchos. Y ahí aparece un rol para el estado.
El crecimiento eleva la recaudación tributaria y por ende la cantidad de dinero que el gobierno tiene para invertir en educación y salud pública, agua y desagüe para todos, etc. Sin embargo, si ese dinero se va en corrupción o simplemente las entidades públicas no saben cómo gastarlo, entonces casi no habrá redistribución. Y por eso, para que el mercado funcione, se requiere que el estado lo haga. Reglas iguales para todos, poder judicial independiente e inversión social en aquellos más necesitados en educación y salud, entre otros, son elementos claves. Si funciona el mercado pero no el estado, entonces no habrá economía de mercado, ni mucho menos. Puede usted, estimado lector, bautizar lo que pasa en el Perú, con el nombre que prefiera. Perú debe descubrir al estado funcional al mercado.