Economía y crecimiento
Al igual que la evaluación del estado de salud de una persona se hace a partir de varios indicadores (y no solo, por ejemplo, la fiebre), en economía también se necesita de varios de ellos para saber cómo está. El crecimiento económico, medido por los aumentos en el Producto Bruto Interno (PBI) es solo uno y por ende no es suficiente. Me parece que se ha sobreestimado su importancia. ¿Debe crecerse todo lo que se pueda a costa de generar desequilibrios en otras partes de la economía? ¿O es mejor crecer menos, pero bien? Al decir bien, me refiero a la necesaria conexión con el bienestar de la población y no con el objetivo de estar en un ranking.
¿Qué ocurriría si un banco central lanza enormes cantidades de dinero? ¿Se solucionarían los problemas de millones de ciudadanos? No, pues lo más probable es que los precios suban y al final la población se encuentre peor que al comienzo. En economía se aprende a ver no solo los efectos de corto plazo (tengo más dinero y compro más), sino aquellos de largo plazo (la inflación generada). Y en eso debemos ser serios y no prometer ganancias de corto plazo a costa de un mediano plazo desastroso.
La inflación, el comportamiento de las exportaciones, la evolución de la inversión y un largo etcétera confirman el resto de variables que debemos tomar en cuenta para tener la foto completa. Como un paciente en un hospital. Ningún médico toma una decisión sobre la base de un análisis. ¿Cuál es el mensaje? Al crecimiento económico debemos agregarle otros indicadores. De lo contrario llegaremos a conclusiones muy parciales.
Tampoco debemos dejar de lado que el crecimiento económico es un medio y no un fin en sí mismo. El objetivo último de cualquier estrategia económica es elevar el bienestar de los habitantes de un país. Pregúntele a cualquier economista o analista cuánto espera que crezca el PBI este 2019. Lo más probable es que tenga una respuesta cercana a la realidad. Luego pregúntele por la tasa de mortalidad infantil en el Perú, que es lo que realmente importa. Haga el experimento, aunque seguro sabe la respuesta.
Entonces, muchos dirán, la estrategia actual no funciona; pero veamos algo más. La economía no funciona en un vacío, sino en una realidad concreta, con características institucionales, sociales, culturales y políticas, entre otras. Si no conocemos, aunque sea algo ese entorno, tampoco podremos comprender lo que pasa con una economía. Por eso muchas recomendaciones son fáciles de hacer; lo difícil es pensar cómo las insertamos en una determinada realidad.
¿Cómo comprender la evolución actual de la economía sin tomar en cuenta la guerra comercial entre los Estados Unidos y China? ¿Cómo no agregarle el contexto político para comprender por qué la inversión no despega? ¿No será que lo que hay que mejorar no está en los indicadores macroeconómicos, desde un punto de vista estricto, sino en el entorno? Y en eso, digamos en el aspecto político, ¿no somos todos responsables? ¿Respetamos las reglas más elementales del comportamiento humano? ¿No deberíamos ser un poco más tolerantes y averiguar bien antes de soltar cualquier comentario? ¿No será que hemos perdido la humildad y creemos tener las soluciones a todo?