¿Crecimiento de abril- julio = recuperación de la economía peruana?
El indicador más usado para evaluar la marcha de la economía es la evolución del Producto Bruto Interno (PBI), que mide el valor de todos los bienes producidos en un período de tiempo, dentro de un país. Si observamos el comportamiento del PBI entre abril y julio, las cifras han sido 0.19%, 0.71%, 2.62% y 3.28%. Cada mes crecemos más en comparación contra igual mes de 2018.
Sin embargo, caben varias observaciones. La cifra de julio, no capta varios hechos que han elevado la incertidumbre. Dos ejemplos claves. Por un lado, el anuncio del adelanto de elecciones que planteó el Presidente Vizcarra en el discurso del 28 de julio; por otro, el recrudecimiento del conflicto de Tía María, así como el escalamiento de la guerra comercial entre Estados unidos y China. Además, el crecimiento de julio es explicado en una porción importante por el aumento del sector pesca. Como consecuencia es altamente probable que veamos cifras menores en los meses siguientes, aunque es cierto que nadie tiene una bola de cristal para adivinar el futuro.
No se trata de bajar la llanta y unirse a la ola de pesimismo; pero tampoco se trata de decir que la economía ya recuperó la tendencia en el crecimiento. Un hecho es fundamental: mientras las expectativas no mejoren, tampoco lo hará la economía de manera sostenible. Un primer paso es definir cuándo serán las siguientes elecciones presidenciales; aunque parezca inverosímil, no lo sabemos. Uno segundo es la necesidad imperiosa de mostrar resultados concretos para que actúen como un choque de credibilidad.
Las palabras y los discursos tienen un límite. Imaginemos que se cierra el congreso. ¿Qué viene después? ¿Un mejor congreso que estará solo por un año sin posibilidad de reelección? ¿Quién se animará a postular? ¿Es válido gobernar siguiendo las pautas de las encuestas? ¿A qué se refiere con el pueblo cuando el presidente pronuncia discursos? ¿Usted, estimado lector, o yo, somos parte del pueblo?
Cambiar expectativas para retomar un crecimiento sostenible en el tiempo se logra con hechos y no con encendidos discursos. La historia ya nos enseñó la lección. Lo que se puede hacer es fijarse metas de corto plazo con objetivos claros, por ejemplo, frenar el avance de la delincuencia, que afecta a ciudadanos de todos los estratos sociales.
El punto es que tenemos buenas cifras macroeconómicas pero muy poco que mostrar en la mejora de la calidad de vida de la población, que parece un problema eterno en el Perú. Cada cinco años volvemos a creer y otra vez nos desilusionamos. Esta situación depende del ejecutivo, congreso y poder judicial, pero por encima de todo, de nosotros mismos, pues somos los electores.