¿Más incertidumbre en la economía?
Tras el anuncio del 28 de julio, la mayoría de analistas concuerda en que la incertidumbre aumentará en la economía, en particular en la evolución de la inversión privada, principal determinante del crecimiento económico. Aunque nadie puede leer el futuro, la metodología correcta es comparar lo que puede pasar, como consecuencia del anuncio, versus lo que hubiera pasado sin el anuncio.
Veamos. Antes del anuncio, dos cosas estaban claras. Por un lado, la economía venía desacelerándose; las cifras de crecimiento de abril y mayo eran cercanas a cero; por otro, ya existía incertidumbre debido al ruido político, consecuencia de los conflictos entre el ejecutivo y el legislativo que se remontan a 2016.
De ahí se sigue que ambas tendencias hubieran continuado, pues no había ninguna razón para pensar en un quiebre. La virtual paralización del proyecto minero Tía María era una prueba. En consecuencia, la pregunta es la siguiente: el anuncio del presidente Vizcarra, ¿aumentó la incertidumbre que ya existía? Difícil responderlo, aunque me inclino más por el sí.
¿Por qué? En los siguientes meses, el único tema a tratar será el análisis de la situación política. No sabemos cuál será y existen varias opciones. Y este último hecho sí eleva la incertidumbre. En segundo lugar, un gobierno que está aparentemente de salida, no facilita la reactivación pues cualquier inversionista pequeño, mediano o grande, preferirá esperar al nuevo presidente, sea en 2020 o 2021, es decir, posterga decisiones. En tercer lugar, considerando que la clase política está totalmente desprestigiada, es casi imposible pensar en quién asumirá la presidencia. No se puede descartar un personaje radical, sea de izquierda o de derecha. El vacío político será llenado por alguien. Y nadie tiene la menor idea quién puede ser, más allá de preferencias políticas. Esto también suma a la incertidumbre.
Para completar el cuadro, existen factores externos. La guerra comercial entre Estados Unidos y China, ha originado que los organismos internacionales hayan reducido las proyecciones del crecimiento mundial para este año. De modo que el entorno económico externo tampoco ayuda.
Este panorama explica por qué a lo largo del año, los analistas han ido reduciendo sus proyecciones de crecimiento hasta 2.7% antes del anuncio. Si a ese número, menor que el 3.5% mencionado en el discurso presidencial, le agregamos los factores mencionados, tranquilamente podríamos acercarnos un muy mediocre 2%, aunque esta cifra es un estimado muy grueso. Una lástima por el crecimiento y el empleo, pero la inacción de un lado y la obstrucción del otro, venían de antes.