Sigue la Guerra Comercial
La guerra comercial se inició en marzo de 2018 cuando Donald Trump decidió subir los aranceles a un conjunto de productos importados por los Estados Unidos de China. Su objetivo era proteger los empleos en su país y fomentar a la industria nacional. Desde luego que China respondió con una medida similar. Luego siguió la respuesta de los Estados Unidos y después la del gigante asiático y así sucesivamente. Es una guerra de aumentos de aranceles. El problema es que cada uno de ellos es el principal mercado de llegada de la producción del otro. Y ambos producen más del 35% del PIB mundial.
En noviembre se acordó una tregua por 90 días. Sin embargo, hace pocos días Estados Unidos decidió volver a aumentar los aranceles a las importaciones chinas; tres días después China respondió con una medida similar. En ese contexto Trump decidió prohibir el uso de los servicios de la gigante china, Huawei. La guerra comercial se había reanudado luego de la tregua.
Naturalmente y más allá de opiniones considero que no es una buena noticia para la economía mundial. Existe consenso que crecerá menos que lo esperado. Como consecuencia Perú también se verá afectado y se estima que le costaría más o menos 0.7 puntos porcentuales. Si se esperaba que nuestra economía creciera 4%, lo haría en 3.3%. Y eso significa menor recaudación tributaria y menor creación de empleos. La razón es sencilla. Tanto Estados Unidos como China representan casi el 45% de los mercados de destino de las exportaciones peruanas. En la medida que el problema se generaliza otros países que nos compraban, ellos también reducirán sus pedidos. Por eso, la Organización Mundial del Comercio (OMC) ajustó su proyección de crecimiento del comercio mundial de 4% a 3% aproximadamente. Se trata de un encogimiento del mundo.
Pero, ¿realmente gana Estados Unidos como cree Trump? Pienso que no. Al subir los aranceles a los productos chinos, las empresas estadounidenses ahora pagarán más por las mismas importaciones. ¿Qué harán entonces? Pues trasladarán al precio que paga el consumidor final el aumento en costos. La creación de nuevas empresas que produzcan lo que antes se importaba toma años.
Por esa razón, la impresión es que se trata de un tema político. En 2020 habré elecciones en los Estados Unidos y Trump buscará la reelección. Y a simple vista y como discurso se escucha bien lo siguiente: “ya no se importarán los productos tal y cual de China y ahora se producirán dentro, con lo cual las América volverá a ser grande”. Un análisis sólo un poco más detallado muestra que la afirmación anterior es falsa. El nacionalismo económico, por ponerle algún nombre, solo terminará dañando cada vez más a los propios consumidores estadounidenses. La historia ya la hemos visto.