Perú: Sin instituciones no hay desarrollo
Los países que más progresan y otorgan los mayores niveles de calidad de vida a sus ciudadanos son aquellos que cuentan con los mejores marcos institucionales. Recordemos que en el foro económico mundial ordena a los países de mejor a peor marco institucional, entre otras variables. En el último informe, Perú ocupa en el ítem “instituciones” el lugar 116 entre 137 economía. A un nivel más desagregado, en independencia del poder judicial el lugar 106, la ubicación 114 en el rubro favoritismo en las decisiones de los funcionarios públicos, etc.
Las instituciones en economía se entienden de dos maneras: como las reglas de juego o como las organizaciones. Veamos la primera. Lo que demuestran los audios y los escándalos de corrupción de los que somos testigos, es que en el Perú para lograr ganar algún concurso y/o una demanda justa en el poder judicial no importa la meritocracia ni las razones. Lo que importa son los nexos con las altas esferas, que son quienes toman las decisiones. Ninguna economía puede progresar así, pues de nada vale la capacidad ni el esfuerzo de cada uno. El problema es que parece que se ha convertido en una manera de vivir, pues de otro modo no se consigue nada. Y eso tiene que cambiar.
La segunda acepción de las instituciones son las organizaciones. Y aquí se comprueba lo mismo. ¿Qué porcentaje de la población cree en el poder judicial, el congreso, los partidos políticos, el gobierno, etc.? Pues cifras muy bajas. Nadie cree en nadie.
Si todo estamos de acuerdo en que eso no es posible, entonces, ¿por qué no cambia? Imagine usted, estimado lector que toma la sana decisión de denunciar todos los casos en los que los procesos judiciales se demoran o los pierde por razones poco claras. ¿Cómo podría tener éxito si quienes evalúan su pedido son juez y parte? Lo difícil es que el cambio tiene que venir de todos los ciudadanos al mismo tiempo, pues uno podría pensar así: “¿De qué me sirve hacer las cosas correctas si quienes no lo hacen consiguen todo?” La sociedad peruana necesita volver a creer para volver a crecer. Requiere de una revolución institucional.
Por eso es que es difícil mejorar el marco institucional. Recuperar la credibilidad y la confianza en nosotros mismos y en nuestras instituciones es la llave La pregunta es cómo. Algunos sostienen que hay que mejorar la educación. No tengo dudas; sin embargo, también es cierto que vemos que personas educadas con altos grados académicos también son corruptas. Endurecer las penas es una posibilidad, al menos para comenzar. El problema está en las personas, cuyo comportamiento se aleja de aquel que permite progresar una economía de libre mercado.
Y aquí mi último punto. En Perú no hay una economía de libre mercado en el sentido extenso de la expresión. Quienes sostienen que es así se equivocan. Una de las claves para que exista es que las instituciones funcionen, pues sobre ella se asienta el mercado. Reglas de juego transparentes, iguales para todos, organizaciones sin corrupción posibilitan que el libre mercado (o cualquier otro sistema) opere. Por eso, me parece que nuestra economía tiene atisbos de una endeble economía de mercado, que más parece mercantilismo que es otro sistema. Y la corrupción no depende del sistema económico, sino de las personas.