Proyectar no es igual a predecir
Todos queremos que saber qué ocurrirá en el futuro. Es una condición innata del ser humano. Y de alguna manera todos pensamos sobre el tema. Imagínese un médico que va a operar a un paciente. ¿Puede asegurar que todo saldrá bien? Dentro de ciertos límites sí, pues antes ha hecho una serie de análisis que le brindan un grado de seguridad, que de hecho no es total. Y eso ocurre porque durante la operación pueden presentarse hechos imprevisibles que nadie hubiera contemplado antes de la misma.
Ahora pasemos a un economista. Suele ocurrir que cuando se encuentra con amigos en una reunión, surja la pregunta inevitable: ¿cuánto estará el precio del dólar en el siguiente mes? ¿Qué y cómo debemos responder? En primer lugar, lo único cierto es que no sabemos. En segundo lugar, lo anterior no quiere decir que no tengamos una idea, pues vivimos pensando en lo mismo; en tercer lugar, si la pregunta se hace a dos economistas lo más probable es que uno diga que bajará y el otro que subirá. En cuarto lugar, las respuestas opuestas merecen una explicación.
La economía no es un acto de fe ni de magia. Por ello, los economistas no predicen, pues en ese campo la respuesta de cualquier persona puede ser igualmente válida. Entonces, ¿qué diferencia a los economistas de los demás analistas profesionales? Pues que los economistas proyectan sobre la base de modelos.
Un modelo es una simplificación de la realidad. Primero hay que establecer una relación entre el precio del dólar y las principales variables que inciden en su determinación. Por ejemplo, una proyección de la demanda por dólares, el comportamiento de la tasa de interés de la reserva federal (Banco central de los Estados Unidos), las expectativas, la demanda futura de china por metales, etc. Listamos todos los factores que influyen en la determinación del precio del dólar. Como son muchos, y esta es la clave, tomamos en cuenta los que a nuestro juicio son los más relevantes. Y asumimos que se comportarán de cierta manera. Y con eso proyectamos.
Lo hacemos más o menos así: “Si China sigue comprando la misma cantidad de metales que antes, si los mercados estadounidenses y europeos se cierran a las importaciones chinas, si nuestro BCR mantiene la idea de evitar fluctuaciones bruscas en el tipo de cambio y si la reserva federal sube su tasas de interés dos veces más en al año, entonces el precio del dólar debe fluctuar a fin de año entre tal y cual valor”. Si todos esas suposiciones se cumplan entonces es probable que la proyección se cumpla.
Desde luego que esto no descalifica el uso de modelos y sus proyecciones. La llave está en incorporar aquellos factores más importantes tratando, en lo posible, de dejar de lado cuestiones ideológicas, para no forzar el resultado que queremos que ocurra.