La renuncia de Tuesta
Hace unos días renunció David Tuesta a cargo de Ministro de Economía; estuvo en el cargo desde el 2 de abril hasta el 5 de junio. Apenas 65 días. Más allá que usted considere que está bien o no, parece que el gobierno tiene varios problemas. En primer lugar, existe un severo déficit de comunicación entre los mismos miembros del gabinete y su primer ministro. No es posible que lo que señala un ministro sea luego desmentido por su propio jefe. ¿Acaso no conversan antes de anunciar alguna medida?
En segundo lugar, queda la sensación que cualquier grupo con cierto poder puede presionar cuando lo desee y como consecuencia el gobierno dará marcha atrás en cualquier medida. No se trata de ser intransigente, pero cuando las medidas han sido discutidas al interior del gabinete, por impopulares que sean, es responsabilidad de las máximas autoridades del país sostenerlas. Observen la siguiente secuencia. Primer acto: los transportistas exigen la devolución del 80% del impuesto selectivo al consumo al diésel. Segundo acto: amenaza de huelga. Tercer acto: el gobierno cede. En la reunión solo participó el ministerio de transportes.
En tercer lugar, la improvisación parece la norma. No vemos ningún plan hacia el futuro cercano. No sabemos qué es lo que se está buscando. Tuesta optó por enfrentar el problema fiscal. Bien o mal tenía un objetivo que parece que no fue compartido por todo el gabinete, a juzgar por el anuncio de una eventual reversión en el aumento del ISC. ¿No fueron evaluados sus impactos antes de anunciar la medida?
En cuarto lugar, se pierde credibilidad, que es el activo más importante de cualquier gobierno. Sin credibilidad no se puede avanzar con las reformas en sectores tan sensibles como la educación y la salud. Bastará que un grupo de oponga, haga una huelga, bloquee carreteras y listo. No hay reformas. Y sin ellas no hay progreso. ¿Quién pone a agenda del gobierno? ¿Así piensa usted, estimado lector, que despertará la inversión?
En quinto lugar y haciendo la analogía con nuestra selección de futbol, se necesita un equipo con ideas claras y un líder. En el gabinete ministerial, ¿tenemos esos elementos? En su defensa podemos decir que Gareca comenzó perdiendo varios partidos hasta que encontró el equipo. ¿Cuánto tiempo debemos esperar? ¿Por qué la continuidad es la gran ausente?
¿Cuál es la señal?
No se trata de hacer leña del árbol caído; todo lo contrario. Si al gobierno le va bien, nos va bien a todos. Lo que no existen son instituciones creíbles. Sin ellas no se puede sostener el crecimiento y menos las reformas sociales. Como en el futbol, es urgente volver a creer.