¿Mejora la economía peruana?
En los últimos días, tanto la ministra de economía como el presidente del Banco Central, han manifestado que la economía peruana comenzó a reactivarse. Algunas de las cifras anunciadas son las siguientes: en primer lugar, la inversión pública creció 20.6% en setiembre y 29% en octubre, con lo que se espera un crecimiento de 9.6% de este indicador en 2017; en segundo lugar, la inversión privada, impulsada por la minería, creció 8% como promedio de julio y agosto, luego de 14 trimestres consecutivos de caída; en tercer lugar, el entorno económico externo sigue mejorando, siendo el reflejo, el constante aumento de los precios de los metales.
Como consecuencia, en 2018 se consolidaría la reactivación, pues tras un crecimiento de 2.8% este 2017, la cifra se ubicaría en 3.8% en 2018, aproximadamente. Inversión pública y exportaciones serían los impulsos iniciales de la reactivación. La reconstrucción con cambios y obras de infraestructura, como la línea 2 del Metro de Lima, los Juegos Panamericanos y la ampliación del aeropuerto Jorge Chávez se sumarían al salto de la economía.
¿Todo es positivo? No, pues tenemos un déficit fiscal mayor que el proyectado. Los ingresos tributarios siguen cayendo (-5% entre enero y agosto) en un contexto en el que los gastos suben por las obras mencionadas. En principio el exceso de gastos sobre ingresos se cubre con deuda, pero ello tiene un límite; por eso, la ministra de economía mencionó que el “tope” de deuda sería 30% del producto, cifra de la que estamos cerca.
Si todo lo anterior es cierto, entonces efectivamente se recuperará la producción. Sin embargo, caben dos preguntas: en primer lugar, ¿cómo sostenemos la reactivación? En segundo lugar, ¿cómo hacemos las reformas para que el ciudadano de a pie “sienta” las cifras macroeconómicas?
La única forma de sostener el crecimiento es con inversión privada. Y la única manera de trasladar el crecimiento al bienestar es a través de reformas. Aquí es importante tener claro que se puede comenzar con pequeños avances, ir ganando la confianza de la población, de manera que apoye las reformas más profundas. Por ejemplo, ¿por qué no se equipa a todos los hospitales y postas médicas públicas con medicamentos, digamos en un lapso máximo de tres meses? ¿Por qué no se ajustan las penas para aquellos que roban celulares? No es posible que no haya remedios en los hospitales y que cuando la policía captura a un delincuente, en pocos días está libre en las calles cometiendo los mismos delitos.
Si el Gobierno no tiene al Congreso, debe tener a la población de su lado; al menos uno de dos, pero no ninguno. No se puede gobernar a espaldas de ambos. El respaldo de la población es un determinante en la viabilidad de implementar reformas; empezar por cosas simples que impacten de manera directa el bienestar es la llave de salida. Mejorar la “macroeconomía” es solo el primer paso, en este caso impulsada por el entorno externo favorable y la inversión pública. Los resultados económicos son solo un medio y no un fin en sí mismo; el objetivo final es elevar la calidad de vida de toda la población.