Economía y Ruido Político
La turbulencia política parece ser una de las características de los últimos tiempos en el Perú. Se han ensayado muchas explicaciones, que van desde el estilo de gobernar del actual presidente hasta la oposición en el congreso. El debate es intenso, como cualquiera en el que los juicios de valor sobrepasan la objetividad. No soy nadie para juzgar a nadie ni para decir que tengo la razón. Mi opinión es tan válida como la de cualquier ciudadano.
Lo que sí es cierto es el impacto negativo que el ruido político causa sobre la economía. Existen varias razones. En primer lugar, si bien es cierto cualquier decisión de inversión supone incertidumbre (nadie puede saber qué pasará en el futuro), también lo es el hecho que vivimos una “incertidumbre aumentada” debido a la turbulencia política en el Perú. Como consecuencia, los inversionistas postergan decisiones y los consumidores hacen lo mismo, pues el temor a lo que puede pasar, genera que prefieran esperar antes de endeudarse o de realizar ciertas compras. La incertidumbre obliga a la cautela.
En segundo lugar, los estudios empíricos muestran que desde el momento en que alguien invierte pasan, en promedio, dos años para recuperar lo invertido y recién a partir del tercer o cuarto año, dependiendo del sector, comienza a aparecer la ganancia. El problema es que de aquí a cuatro años es el año 2021, año de elecciones presidenciales. Y aquí hay otro ruido. Usted, estimado lector, ¿se atrevería a decir quiénes serán los principales candidatos presidenciales en ese año? Si lo vemos con ese horizonte temporal, es natural invertir lo menos posible y esperar.
En tercer lugar, ¿no ha sido así en todos los gobiernos previos? La respuesta es afirmativa, pero con una diferencia. Las expectativas al inicio de este gobierno eran muy altas, algo que lo distingue del gobierno previo. No sé por qué razón, si se sabía que el congreso estaba dominado por la oposición y que el entorno económico externo no era favorable, se creyó que la sola presencia del presidente, cambiaría las cosas como por arte de magia. La economía no es un acto de fe, ni tampoco es magia.
En cuarto lugar, la historia muestra que si un gobierno tiene una mayoría de oposición en el congreso, entonces tiene que ganarse a la población para poder gobernar. Es ideal que tenga a los dos, aunque se puede gobernar con uno de ellos. Lo que no se puede hacer es tener gobernabilidad con ninguno de ellos. Y quien sabe aquí radica el problema del gobierno actual. No tiene ni al congreso (algo que era un dato en julio de 2016), ni tampoco a la población, sea por el estilo de gobernar, por poca capacidad de conexión con la población o por lo que sea.
La economía requiere de estabilidad política en democracia para poder progresar. Aunque suene trillado, se requiere confianza y actuar en varios frentes. Solo quienes han invertido y arriesgado entienden a qué me refiero con confianza y credibilidad.
El gran reto para los siguientes años por parte del gobierno y del congreso es lograr acuerdos políticos mínimos con el objetivo de crear el entorno adecuado para el crecimiento económico y en especial para implementar las reformas que conecten el crecimiento con el bienestar. Esperemos que así sea.