¿Fueron distintos gobiernos anteriores?
Sin duda alguna, el gobierno no la pasa bien. Antes de buscar culpables, existen algunas cosas que debemos tener claras. En primer lugar, si al gobierno le va mal, nos va mal a todos. En segundo lugar, todos tenemos puntos de vista diferentes y es bueno que sea así, pero criticar sin proponer no conduce a nada, pues solo termina en la intolerancia y frustración. En tercer lugar, uno de los motores centrales de cualquier economía son las expectativas, esto es, lo que creemos que va a pasar. Es cierto que el gobierno es débil y lo fue desde el comienzo. Es difícil que cambie y a pesar de ello es clave cambiar expectativas.
Veamos. La mayoría de analistas comparan las cifras actuales de crecimiento con las que tuvimos durante el período 2003-2011, algunos de manera explícita y otros no. Sin embargo, si revisamos la historia económica del Perú, veremos que los precios de los metales de ese período fueron excepcionalmente altos y las condiciones externas extremadamente favorables. Ello, unido a un manejo ordenado de las finanzas públicas y control de la inflación, determinó una etapa de crecimiento muy alto, no solo en Perú, sino en toda la región, al margen del “modelo usado”. Esa combinación no creo que se repita en muchos años, por lo que debemos dejar de usarlo como patrón de comparación. Históricamente la “velocidad crucero” de la economía peruana es 4% o 5% anual como mucho.
Cuando terminó el auge del período mencionado, comenzó la desaceleración que tocó piso en 2014, con 2.4% de crecimiento. Luego se recuperó por encima de 3% en los dos últimos años y este año se espera algo cercano a 2.5%. Son cifras bajas, pero que están más o menos en línea con lo que pasa en el mundo. La meta tendría que ser volver a un promedio anual de 4% anual y en especial, poder sostenerlo. Eso sí es posible, pero el problema no está ahí.
Durante los gobiernos de Toledo (2001-2006) y García (2006-20119 se creció a tasas mucho más altas y los niveles de aprobación de ambos fueron muy bajos; inclusive Toledo alcanzó a tener solo 8% de aprobación ¿Qué pasa, entonces?
La convulsión política aparece cuando los gobiernos, por distintas razones, no son creíbles; todos se quejan y protestan. Y ello se acentúa cuando los ciudadanos de a pie no perciben los beneficios de las cifras económicas. Pensemos en lo siguiente, ¿qué puede pensar cualquier persona cuando escucha que el PBI se va a recuperar en 2018? Lo que le preocupa es que sus hijos aunque sean vayan a la escuela y no pierdan el año, que los hospitales públicos funcionen, que disminuya la inseguridad ciudadana, etc. Son realidades que nos tocan en el día a día, a unos más que a otros. Y creo que ahí está la clave para cambiar las expectativas.
Perú es un país difícil de gobernar y muchos de los problemas de los que nos quejamos hoy, tienen una larga historia. Dos claves: en primer lugar, las buenas cifras económicas no sirven de nada si es que no se reflejan en el bienestar de las personas. En segundo lugar, las expectativas negativas están más relacionadas con el manejo del gobierno y con su liderazgo que con la economía. Ya lo vivimos con Toledo y García, a pesar de los vientos favorables del exterior. Hoy, los vientos no son iguales, pero persiste el problema de lejanía de nuestros gobernantes con la población. Igual que hace 200 años.