¿Cómo se puede reactivar la economía peruana?
El discurso del 28 de julio es una buena oportunidad para sentar las bases de lo que serán las claves de la reactivación de la economía peruana. El diagnóstico está más o menos claro: inversión, tanto pública como privada, en caída libre, lento crecimiento del consumo y ligero crecimiento de las exportaciones.
Haciendo una analogía con el futbol, la cuestión es “cómo darle la vuelta al partido”. Aquí algunas ideas, con las que no pretendo que todos estemos de acuerdo, pero sí usarlas, al menos como punto de partida.
En general, hay un “ambiente de pesimismo”, que en economía se denominan expectativas negativas. Desde luego, que para ello existen razones. Luego de casi un año de la inauguración del nuevo gobierno, no se observan resultados, al menos no en la dimensión que se esperaban. Aquí queda, entre otras, una lección: la economía no es un acto de fe ni es magia: es una ciencia social y debemos trabajar en la distinción entre lo que se quiere y lo que se puede hacer. Por lo tanto, la primera tarea es cambiar las expectativas, es decir, lo que piensan los ciudadanos sobre el futuro.
¿Y cómo se logra eso? Pues la respuesta no parece estar en la economía, que actuaría así como respuesta a la mejora del ambiente político. Y esto pasa por ser muy cuidadoso en lo que se diga el 28 de julio y lo que se haga con el gabinete ministerial. Para nadie es un secreto que hay ministros que están desgastados y que la política de echarle la culpa a otros se agotó.
Pueden pensar que solo me centro en las expectativas pero no es así, pues para cambiarlas “hay que hacer que las cosas funcionen”. La experiencia de otros países en situaciones similares muestra que se requiere que salga algún megaproyecto para que despierte el resto de los inversionistas; la idea es la siguiente: si el gobierno logra atraer y facilitar que un proyecto grande entre en funcionamiento, entonces eso despierta, en palabras de Keynes, “los espíritus animales” del resto de inversionistas. Ello movería la inversión privada. No es lo único, pero es lo que la historia nos enseña.
La inversión pública es la otra clave. El destape de los escándalos de corrupción y las dudas respecto de los proyectos en marcha, hace que en el sector público “nadie quiera firmar nada”, por temor a ser investigado luego. Entonces, la inversión pública simplemente no se mueve. Aquí el liderazgo, tanto del presidente como del primer ministro es fundamental.
Las exportaciones dependen en gran parte de lo que ocurra con la economía mundial y en general, no se ve bien, más allá de ligeras mejoras en China. Debemos tener claro que el ciclo expansivo del período 2003-2011 ya pasó y no volverá. Por lo tanto nuestro patrón de comparación no puede ser ese período; pero eso tampoco significa que debamos aceptar un crecimiento mediocre. Un crecimiento anual de 5% debería convertirse en la “velocidad crucero” de la economía peruana. Tenemos que volver a creer.