Colapso de la economía venezolana
La economía venezolana se encuentra en una crisis de proporciones en todos los niveles: económico, institucional, político, etc. De hecho todas las dimensiones se encuentran interrelacionadas. Sin embargo, quisiera centrarme en los aspectos económicos.
En 1998, Hugo Chávez asumió el gobierno en elecciones democráticas e instaló el denominado “socialismo del siglo XXI”. De manera gradual centralizó los poderes y logró quedarse hasta su muerte en 2013. Cuando llegó al poder, el petróleo, que representa el 90% de las exportaciones del país, estaba a 11 dólares el barril; diez años después llegó a 150 dólares. El gobierno tenía dinero, pues el petróleo era exportado por una empresa estatal.
Su programa económico consistió en una emisión descontrolada de dinero combinada con controles de precios, entre ellos los alimentos y el tipo de cambio. Más allá de su postura agresiva en contra de los enemigos (léase todos los que no estaban de acuerdo con él), cualquier estudiante de economía sabe que si el gobierno te ordena que tienes que vender por debajo del costo de producción, la reacción normal es no producir. Nadie produce para perder. El resultado fue el que podemos leer en cualquier libro de texto: escasez de todo. Como consecuencia aparecen mercados negros, donde encuentras alguna de las cosas que necesitas pero a un precio mucho mayor que el que regiría si jamás hubieran existido los controles. Lo mismo sucede con el tipo de cambio; existe un sistema dual, conformado por el dólar oficial y el dólar paralelo, este último muchas veces mayor que el oficial.
Las medidas descritas son la “receta perfecta” para el desastre; basta leer tantas experiencias de otros países de América Latina que intentaron lo mismo y llegaron a resultados similares a los venezolanos. Luego de la muerte de Chávez, asumió Nicolás Maduro, quien intentó profundizar “la revolución” pero ahora con un precio del petróleo a 40 dólares y con una empresa productora de petróleo estatal (PDVSA), que no es ni la sombra de la exitosa empresa del pasado.
Los resultados son calamitosos. En 2015 el PBI cayó 6.2% y en 2016 volvió a disminuir 12%. Las proyecciones para 2017 y 2018 son -6% y -3%, respectivamente. En segundo lugar, la inflación en 2015 fue 180% y en 2016, 476%. Se proyecta 2200% y 4500% para 2017 y 2018. En tercer lugar, y de acuerdo con cifras oficiales, la pobreza bajó de 43.3% a 27.9% entre 2003 y 2013. No hay más información oficial. En Perú, la reducción de la pobreza fue de 48.7% a 21.1% en el mismo período. Perú disminuyó la pobreza más que Venezuela. En cuarto lugar, la pobreza extrema o indigencia disminuyó de 19.7% a 8.9% entre 2003 y 2013; en el mismo período, En Perú se redujo de 20.4% a 3.5%.
¿Y cómo Chávez pudo manejar la economía entre lo hicieron entre 2003 y 2011? Pues por el elevado precio del petróleo, que seguro pensó que era para siempre. El gobierno no supo aprovechar la bonanza. Dilapidó los recursos con fines políticos y hoy la población paga las consecuencias. Al caer el precio del petróleo, se desnudó la dura realidad.
¿Qué viene para Venezuela? Pues más temprano que tarde tendrá que ajustarse: reducir déficit fiscal, soltar los precios y controlar la emisión del banco central. No hay otra. En economía los buenos deseos no son suficientes. No es magia ni un acto de fe. Existen equilibrios básicos que no se pueden romper, más allá de la ideología del gobierno de turno. El mal manejo de la economía es el culpable. Buscarlos en el exterior o en cualquier otro factor, es simplemente engañarse. La verdadera revolución consiste en lograr la prosperidad de los ciudadanos, en especial de los más pobres. Lo demás, es solo retórica.