Tiempo de Proyecciones ¿Les creemos?
Comenzó el carnaval de proyecciones, no solo de lo que pasará con la economía peruana, sino con la mundial. Hace unos días el Banco Mundial, en su Global Economic Prospects, señaló que la economía mundial crecería 2.7% en 2017, mientras que América Latina lo haría en 1.2%, luego de dos años de caída. Sin embargo, precisa que ello se debería al peso de Brasil en el promedio regional. Brasil, luego de caer -3.8% y -3.4% en 2015 y 2016, respectivamente, crecería 0.5% este año, lo que impulsaría el crecimiento de América Latina a 1.2%. ¿Y el resto de países? Pues solo caerían Venezuela (-4.3%) y Ecuador (-2.9%). Perú crecería 4.2%, solo superado por Panamá y República Dominicana. ¿Le creemos?
Vamos ahora al Fondo Monetario Internacional. En su actualización del Panorama Económico Mundial, correspondiente a enero 2017, el FMI indica que la economía mundial crecerá en 2017, 3.4%, es decir, 0.7 puntos más que el Banco Mundial. Coinciden en el crecimiento de América Latina en 1.2%. ¿Le creemos?
La lista puede seguir casi sin final. ¿Por qué discrepan? ¿A quién le creemos? En primer lugar, en economía se proyecta y no se adivina. Todos los ejercicios de proyección tienen un margen de error; eso ocurre porque en economía se proyecta sobre la base de supuestos sobre cómo se van a comportar otras variables de interés. Por ejemplo, supongamos que quiero proyectar el crecimiento de Perú en 2017. ¿Qué factores debería tomar en cuenta? Al menos las siguientes: lo que creo que va a pasar con los principales compradores externos de la producción realizada en Perú, lo que espero pase con la inversión privada (¿reaccionará o no?), lo que creo pasará con la inversión pública, lo que veo del ambiente político, lo que creo pasará con el eventual destrabe de ciertos proyectos y un largo etcétera. Entonces cada analista asume algo distinto de las variables mencionadas y como consecuencia llega a un número distinto. Ni siquiera coinciden en cuáles son las variables relevantes.
A veces nos olvidamos que la economía es una ciencia social y no una exacta. No hay forma de lograr precisión en las proyecciones. Prácticamente puede colocarse cualquier número que más o menos haga sentido y la probabilidad de acertar es casi la misma que aquella de equivocarse.
En segundo lugar, es cierto que los economistas tienen más y mejores herramientas de proyección que otros; finalmente eso es parte de lo que estudian. Pero eso no quita que el margen de error es grande. Lo que trato de decir es que hay que desmitificar las proyecciones. Ahora bien, nadie duda que, a pesar de todo, son necesarias. Las empresas proyectan ventas, las personas proyectamos nuestros ingresos y así sucesivamente.
Por lo tanto, no se trata de decir, no sirven para nada. No es así. El mensaje es tomarlas con cautela y en particular averiguar cuáles fueron los supuestos que llevaron a cada proyección. Luego de eso, nosotros mismos podemos pensar cuáles supuestos, en nuestra opinión, son más posibles y entonces trabajar sobre la base de ellos. ¿Para qué estudiamos el pasado? Para tratar de corregir errores de modo que no se repitan en el futuro. Si asumimos que algo hemos aprendido, entonces la probabilidad que el error vuelva a cometerse disminuye, pero no se elimina. Los médicos también proyectan cuando sugieren un tratamiento pero no siempre aciertan. Eso no necesariamente los convierte en malos. En última instancia es difícil saber cómo reaccionará un ser humano ante un tratamiento. Aun así, tratan de hacer lo mejor que pueden. Lo mismo pasa con todos los profesionales cuyo centro de estudio es el ser humano.
¿Creemos o no en las proyecciones? Mi respuesta: ni tomarlas como una verdad monumental ni descartarlas; mejor estudiarlas y analizarlas; total, todos proyectamos, hasta los que dicen que no lo hacen. Lo peor es que todos creemos tener la razón.