Promesas electorales ¿Qué deben responder los candidatos?
Más allá de las promesas electorales que escuchamos la semana pasada en la CADE, existen algunas cuestiones que debemos, como electores, pedirles a los candidatos:
1) No centrarse solo en los objetivos, como por ejemplo, crecer x%, hacer el tren, aumentar los sueldos, etc. En economía importa más el cómo se va a hacer. ¿Lo hará el estado? ¿Será una alianza público privada? ¿En cuánto tiempo? ¿Por qué la priorización?
2) ¿Cuánto cuesta cada promesa? El concepto de costo de oportunidad es clave y se define como el costo de la mejor alternativa dejada de lado. Por ejemplo, si se plantea construir un tren de Tumbes a Tacna, ¿qué se pudo hacer con el dinero que se usaría para ese fin? ¿Más hospitales? ¿Mejorar la calidad de la educación? Los recursos son escasos, por lo que hay que saber cómo usarlos. No busquemos la propuesta más espectacular, sino aquella que esté demostrado que es más efectiva que las otras.
3) ¿Está demostrado que la propuesta es factible? Para esto hay que buscar evidencia en otros países. ¿Es la construcción de un tren que una Tumbes con Tacna la mejor opción sabiendo que la mayoría de pobres se encuentran en la sierra? ¿No sería mejor construir carreteras de penetración de modo de ayudar a que los más necesitados logren sacar su producción a los mercados?
4) Explicar qué van a hacer en los primeros cien días, quiénes lo van a hacer y que muestren un programa de acción pormenorizado. No pueden asumir la presidencia y comenzar a hacer diagnósticos así como recién convocar a los “mejores técnicos”. Esto debe estar listo antes. La idea es que quien gane las elecciones debe actuar desde el primer minuto de acuerdo con un plan listo a aplicar.
Muchos dirán que nadie vota con esos criterios, sino que el voto en el Perú es más emocional y de empatía con el candidato; estoy de acuerdo con lo anterior. Sin embargo, creo que bien haríamos en exigir a los candidatos a responder al menos a las preguntas anteriores. De lo contrario estaremos ante una “batalla de promesas”, en la que todo se resume en “quién le cae mejor al votante”. Pienso que debemos promover un voto más reflexivo, pues nosotros mismos estamos de por medio. Quien resulte electo presidente, más allá de nuestras preferencias personales, gobernará con nuestros impuestos, por lo que nos tendrá que rendir cuentas por cada cosa que haga. Después no nos quejemos.