¿Por qué necesitamos que China crezca más?
China es la segunda economía más grande del mundo (produce el 15.8% del mundo), detrás de los Estados Unidos y tiene la mayor población del planeta, con un 1 350,000 habitantes, aproximadamente, 20% de la población mundial. China es la “fábrica” del mundo, pues ensambla piezas y partes importadas del resto del mundo que luego vende como productos finales; de ahí que sea el mayor exportador de bienes finales y ha crecido a tasas por encima de 10% como promedio anual en la primera década de este siglo. Como crecer es producir más, entonces se sigue que las altas tasas de crecimiento chinas generan aumentos en la demanda por una serie de bienes y servicios de todo el mundo. Necesitan materias primas para seguir produciendo y en la medida que tienen mayores ingresos, requieren de más alimentos para aumentar a una población con cada vez mayor poder adquisitivo. Puede decirse entonces que China “mueve” al mundo.
Mientras tanto, Perú es una economía pequeña (produce el 0.40% del mundo) y abierta al mundo, cuyas exportaciones están centradas en productos básicos o “commodities”. Si tomamos como referencia el 2014, el 69% de los bienes exportados por Perú fueron commodities, destacando los productos mineros. El 74% de las exportaciones tradicionales provinieron de minería.
Ahora bien, entre 2003 y 2008 hubo un boom del precio de los productos mineros que estuvo detrás del fuerte crecimiento experimentado por la economía peruana. Entre 2002 y 2007 China aumentó su participación en el consumo mundial de productos hierro de 22.3% a 43.9%; el resultado fue un aumento en precios de 185% en términos nominales; en el caso del cobre, el aumento fue de 18.7% en 2002 a 27.1% en 2007; el resultado fue un aumento en el precio del cobre de 356%; en el caso del zinc, la participación de China en el consumo mundial creció de 22.4% a 32.4% y su precio se incrementó en 316.4%. Como consecuencia, el crecimiento de China favoreció a aquellas naciones que concentran sus exportaciones en minería, como son los casos de Chile y Perú. A mayor industrialización en China, mayor necesidad de productos mineros, que son insumos para la industria. Resulta interesante notar que China recién en la primera década de este siglo se convirtió en un consumidor importante de productos mineros a nivel mundial. Antes del año 2000, la “conexión china” casi no existía.
Así, China es una fuente directa de demanda externa para las exportaciones peruanas, por lo que la vinculación actúa por el canal comercial. Esta puede ser la razón por la cual la recesión en Europa y los Estados Unidos no afecte al Perú, al menos en magnitudes considerables; sin embargo, el crecimiento económico peruano queda atado a la evolución china y como consecuencia impide el desarrollo de bienes con valor agregado.
Más allá de lo comentado, la clave para sostener las tasas de crecimiento en el Perú pasa por que las de China se mantengan. Y aquí aparecen los problemas. China importa de América Latina insumos mineros que le permiten producir más (es decir, crecer más), pues lo que produce lo vende a sus dos principales mercados: Estados Unidos y Europa. Sin embargo, en la medida que Estados Unidos recién comienza a recuperarse y la eurozona no (dado sus altos niveles de sobreendeudamiento), China “seguirá enfrentando una demanda limitada” y ante ello, decidirá producir menos. Como consecuencia demandará menos materias primas (productos mineros) de Perú, caerán sus precios y con ello el ritmo de crecimiento peruano. Eso explica la caída de los precios de los metales en los últimos tres años.
Una prueba de lo anterior está en la evolución del crecimiento chino. Entre 2004 y 2010 la tasa promedio de crecimiento fue 10% anual, en promedio (las excepciones son 2008 y 2009 los peores años de la recesión mundial). Sin embargo, dada la situación comentada en el párrafo previo, la expectativa para 2015 es 6.8% de crecimiento, es decir, más de tres puntos porcentuales menos que toda la década anterior, en promedio. Las razones no solo están vinculadas a la reducción de la demanda de los mercados europeos y estadounidense, sino también a dificultades internas, vinculadas con su sistema financiero. Tendremos que acostumbrarnos a una desaceleración de China en los siguientes años.