¿Por qué continua la desaceleración?
La economía peruana continúa desacelerándose. Significa que el crecimiento económico, medido por la tasa de variación del producto bruto interno (PBI), crece a un ritmo cada vez más lento. La tendencia es clara. En mayo solo creció 1.89%. Una metáfora puede ser útil: si usted está manejando por una autopista a 100 kilómetros por hora, lo que está ocurriendo es que en los últimos años, la velocidad la ha reducido de manera paulatina. Ahora lo hace a 60. Si volvemos a la economía, ello significa que las empresas venden menos de lo que producen, el gobierno recauda menos de lo que esperaba, etc. El resultado es la postergación de decisiones de consumo e inversión. Las personas dicen, “prefiero no gastar ahora, pues estoy vendiendo menos y tengo menos ingresos, más adelante lo haré”. Es cierto que no todas las empresas “sienten” la desaceleración en la misma magnitud.
¿Necesariamente es malo? No. Volvamos a la metáfora. ¿Qué haría usted si llega a un tramo de la autopista que está en mal estado? Lo lógico es manejar más lento, pues de insistir en la velocidad previa el riesgo de un accidente o de malograr el auto es mayor. ¿Y qué pasa si desacelera porque cree que más adelante habrá problemas en la autopista? En este último caso, la expectativa o “lo que cree que va a pasar” genera el freno.
¿Cuál es el origen de la desaceleración de la economía peruana? Veamos algunas cifras. En el período enero-mayo, las exportaciones se redujeron en -11.9% en comparación con igual periodo del año anterior. Las tradicionales cayeron -18.1%; dentro de ellas, la caída de las exportaciones de oro fue de -46.2% y las de cobre, -7.1%. Ahí tenemos al primer factor: la caída (no desaceleración) de las exportaciones. ¿Y por qué han caído? Porque los mercados de destino ya no nos compran lo mismo que antes. Ni Europa, ni Estados Unidos, ni China, ni Chile.
El segundo factor es el crecimiento casi nulo de la inversión privada en el período enero-mayo. Si vamos un poco más atrás, observamos que luego de crecer a tasas por encima de 12% anual, tanto en 2011 como en 2012, en 2013 solo aumentó 3.9% y, como se ha dicho, casi 0% en lo que va del año. Problemas de expectativas, anuncios confusos del gobierno, falta de liderazgo político, entre otros, destacan como problemas internos que han reducido la confianza de los inversionistas “más allá de los números”.
Por esa razón, tanto el MEF como el BCR han actuado. El MEF ha planteado un programa de estímulo económico que no está basado en un crecimiento de la inversión pública como ocurrió en 2010, sino en facilitar una serie de aspectos que entorpecen el crecimiento de la inversión privada. Por ejemplo, reducir la “tramitología”. La dirección es la correcta, pero los efectos de esas medidas solo se verán en el mediano plazo. Para el corto plazo, el MEF ha ampliado, de manera temporal la disponibilidad de la compensación por tiempo de servicios (CTS) del excedente de cuatro sueldos, elevó el aguinaldo por fiestas patrias a los servidores públicos de 300 a 500 nuevos soles, entre otros. Son medidas de corto plazo que tienen como objetivo que la población aumente el gasto de consumo. La idea es que las personas gasten más para que las empresas produzcan más. Sin embargo, tomando en cuenta las deudas que tienen, así como las expectativas, ¿lo harán o aprovecharán para pagar deudas?
Por su parte el BCR continuó con su política de reducción de tasas de encaje en soles. Entre junio de 2013 y julio 2014 liberó recursos al sistema bancario por un total de 9016 millones de soles. Los bancos tienen más liquidez para prestar; en la última reunión de política monetaria redujo la tasa de interés de referencia interbancaria a 3.75%, de modo que se abaraten los préstamos entre los bancos. Ambas medidas conforman una política monetaria expansiva. Poner dinero en los bancos no asegura que vaya a ser prestado, pues los niveles de deuda de las familias ya se encuentran altos. Lo cierto es que al BCR parece que le preocupa más el crecimiento que la inflación: la impresión es que estaría dispuesto a aceptar una inflación que se ubique a fin de año por encima de la meta (2% +/- 1%), pero a cambio de ello enfrentar la desaceleración.
Tanto el MEF como el BCR buscan ahora que aumente la demanda interna. Lo positivo es que ya aceptaron el problema, luego de negarlo durante un buen tiempo. Y eso es mejor que nada. Sin embargo, una auténtica recuperación solo viene con mayor inversión privada; y para ello faltan reformas.