Panorama Económico Mundial 2013 (2): América Latina
En la reunión annual del FMI y el Banco Mundial se
desarrolló una conferencia sobre América Latina. Aquí algunas ideas.
En primer lugar, “los vientos externos favorables” que
impulsaron el crecimiento de América Latina en la primera década del siglo XXI
han terminado. El primer factor es la
desaceleración china que ahora crecerá alrededor de 7.6% después de hacerlo por
más de 10% anual durante varios años. El resultado será una mayor disminución
de los precios de las materias primas. En segundo lugar, la normalización de la
política monetaria de los Estados Unidos, esto es, el inicio del retiro del
programa de estímulo económico, esperado para diciembre de este año. Aquí se
espera una salida de capitales de la región, pues se piensa que la menor
inyección de liquidez en USA se debería
a una mejora de la economía, por lo que los capitales volverían a las
economías avanzadas. Lo que no se pronostica es cuanto por país y a qué ritmo.
En segundo lugar, colocando las cosas en un contexto
mayor, lo que se observa es la convergencia hacia una ”Gran Desaceleración” de todas las economías
emergentes. No es un hecho aislado. Indican de manera explícita que “el entorno
global ya no es propicio para los mercados emergentes en general y para América
Latina en particular”. El Banco Mundial señala que luego de crecer 6% en 2010,
América Latina crecerá 2.5% este año, influido por el lento crecimiento de México
que llegara a solo 2%.
En tercer lugar, los promedios esconden disparidades.
Venezuela no debe crecer más de 1%, mientras que Perú lo hará en 5.4%, que será
el país de mejor desempeño regional, después de Panamá. Brasil y México, los
referentes de la región crecerán por debajo del promedio regional. Y eso es preocupante.
En cuarto lugar, existe una sensación de pesimismo en la región. Los
“pesimistas” indican que el boom crediticio y las ganancias por el auge de los
precios de las materias primas crearon un espejismo sobre qué tan sostenible es
el crecimiento.
El Banco
Mundial es optimista pero con matices y se basa en cuatro puntos. En primer
lugar, la década anterior no fue una ilusión, pues el crecimiento fue impulsado
por la demanda interna, pero dentro del mismo la base no fue el consumo sino la
inversión, que alcanza niveles muy altos como proporción del PBI. En segundo lugar, las brechas externas (exceso
de importaciones sobre exportaciones) se han financiado con inversión
extranjera directa y no con capitales de corto plazo, que son más volátiles. En
tercer lugar y a pesar de las preocupaciones, el crecimiento del crédito es
moderado en comparación con las tendencias en otras regiones de ingresos
similares a las latinoamericanas. En cuarto lugar, los avances en el campo
social, que se manifestaron en una reducción del número de pobres de 70
millones (medidos por el indicador de pobreza monetaria tratado en un post
anterior).
El optimismo no solo se basa en las cuatro razones
esbozadas, sino en la mejora del “sistema inmunológico macro-financiero”. De acuerdo
con el Banco Mundial. La clave está en permitir que el tipo de cambio suba ante
razones de mercado, es decir, reducir la volatilidad pero no luchando contra el
mercado. No se puede defender lo indefendible. Desde luego que el problema está en el número
de personas que se endeudaron en dólares y obtienen sus ingresos en soles. De
ahí que el BCR haya mantenido una visión conocida como ‘miedo a flotar”, es
decir, el temor a que si sube mucho el tipo de cambio, aparezcan problemas con
el sistema financiero.
Ciertamente esta es una visión de conjunto de América
Latina como promedio, por lo que hay que aplicarla a cada país. Aunque será
material de otro post adelanto algunas ideas. En el Perú el grado de dolarización, todavía
alto pero en reducción, no permite la elevación del tipo de cambio. Por lo
tanto, la depreciación (aumento en el tipo de cambio) acelerada no es una
postura que resulte tan adecuada. También hay que tomar en cuenta que si bien
es cierto la pobreza ha bajado, todavía los servicios básicos como educación y
salud son de muy baja calidad. Mientras
no se implementen reformas, seguiremos con buenas cifras económicas pero
limitado avance en el aumento del bienestar.