Competitividad
Los diseñadores de política económica de manera frecuente ubican a la competitividad como uno de los principales objetivos nacionales, aunque no siempre están de acuerdo con su definición. Existen muchas definiciones de competitividad. Algunos las relacionan con empleo, oportunidades y prosperidad, pero en general existen dos enfoques: por un lado, aquél que asocia el concepto con características que conducen a un alto estándar de vida; por otro, también se relaciona con atributos locales que aceleran el crecimiento.
Probablemente la versión más usada sea aquella planteada por el Foro Económico Mundial, que define a la competitividad como un conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país. Tiene 12 pilares: instituciones definido como el marco general y administrativo donde interactúan individuos, empresas y gobiernos para generar ingreso y riqueza en una economía; por ejemplo, un alto nivel de corrupción, un poder judicial ineficiente y un gobierno excesivamente burocrático aumentan el costo de hacer negocios y por ende reduce la competitividad, independientemente de la estrategia de desarrollo que tenga un país.
En segundo lugar, la infraestructura; un adecuado sistema de interconexión (por ejemplo, carreteras y transporte en general) entre ciudades y poblados de un país disminuye los costos de integración de los mercados dentro de los países y entre los países. En el Perú se estima que existe un déficit de infraestructura de 47 mil millones de dólares. Facilita que las comunidades pobres en los Andes del Perú accedan a colocar su producción en mercados más ampliados, convirtiéndose en una herramienta de superación (y no solo de alivio) de la pobreza.
En tercer lugar, la estabilidad macroeconómica, pues la economía no puede crecer de manera sostenible a menos que el entorno macroeconómico sea estable; por ejemplo, entornos de alta inflación no conducen a aumentos en la productividad.
En cuarto lugar, educación y salud básica de calidad son fundamentales para facilitar la inclusión y otorgar igualdad de oportunidades, además de sostener el crecimiento económico (aumento en el PBI) futuro.
En quinto lugar, la educación superior (profesional y técnica de calidad es clave para que los países puedan pasar de producir bienes primarios o extractivos a aquellos con valor agregado.
En sexto lugar, mercados de bienes eficientes; en séptimo lugar, mercados laborales flexibles, donde la meritocracia sea el elemento para determinar ascensos, tanto en el sector privado como en el público. En octavo lugar, sistema financiero adecuadamente regulado y supervisado para evitar los excesos, que se manifiestan en burbujas y crisis; en noveno lugar, tamaño de los mercados; en países con altos niveles de pobreza, el mercado interno es pequeño, por lo que es necesario exportar, pues amplía los mercados; en otras palabras, como el mercado interno no es suficiente, la producción interna debe buscar mercados externos. En décimo lugar, los negocios organizados en torno de clusters y por último la innovación.
Los cuatro primeros constituyen los requerimientos básicos, mientras que los seis siguientes las claves para lograr altos niveles de eficiencia en la economía. Los dos últimos corresponden a la fase de innovación.
Concentrémonos en los requerimientos básicos: instituciones, infraestructura, estabilidad macroeconómica y educación y salud básica de calidad; ¿los cumple el Perú? Aunque esto puede quedar a cada lector, desde mi punto de vista se ha avanzado, en especial en la estabilidad macroeconómica, pero en el resto falta mucho. Por esa razón, en el Informe de Competitividad 2009-2010, Perú se ubica en el puesto 78 de 133 economías debajo de Chile (30), Brasil (56), Panamá (59), México (60), Colombia (69) y El Salvador (77). En el índice resumen de los cuatro requerimientos básicos, Perú se ubica en el puesto 88 de 133. En el ranking 2011-2012, Perú avanza al puesto 68, de un total de 142 países, debajo de Chile (31), Panamá (49), México (58), Brasil (55), Costa Rica (61), Colombia (68) y El Salvador (91).
Ciertamente el Índice de Competitividad no es un indicador directo de bienestar, pero como ha sido demostrado en entregas anteriores, los factores que se encuentran entre los requisitos básicos, son condiciones necesarias para lograr aumentos sostenibles en el bienestar social.
En el Perú existe el Consejo Nacional de Competitividad, desde diciembre de 2009, en cuyo directorio se encuentran los Ministros de Economía, Producción, Agricultura y Comercio exterior y Turismo, así como el Presidente del Consejo de Ministros y otros representantes. La Agenda Nacional de Competitividad tiene siete líneas de acción: ciencia, tecnología e innovación, desarrollo empresarial, calidad y educación productiva, internacionalización, infraestructura, tecnología de información y comunicaciones, facilitación de negocios y ambiente.
Desde luego que es válido discrepar del Índice de Competitividad, pero considero que están casi todos los elementos necesarios para elevar la competitividad; de lo contrario, estaremos sujetos a los vaivenes de los precios mundiales de los productos mineros, cuyo auge está terminando.