Resolución de una Crisis Financiera: Lecciones de Suecia
Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia (países nórdicos) atravesaron una crisis financiera en la década de los ochenta, con similitudes a la primera crisis financiera internacional del siglo XXI. En cada caso, el rápido crecimiento del crédito en un ambiente de liberalización financiera, generó una burbuja inmobiliaria. El estallido de la misma determinó que las instituciones financieras sufrieran grandes pérdidas y el gobierno tuviera que intervenir. Dada la similitud de los cuatro casos, a continuación veremos una breve descripción del caso de Suecia, en particular por el sistema de resolución adoptado.
La liberalización del sistema financiero en la década de los ochenta sin un adecuado sistema de supervisión y regulación desató un boom creditico que generó una burbuja inmobiliaria. El resultado fue la duplicación del precio de las viviendas entre 1981 y 1991 y el sobreendeudamiento de las familias. Entre 1987 y 1990 el crédito aumentó de 90% a 140% del PIB. La apertura al movimiento internacional de capitales determinó que los bancos tomaran deuda del exterior, pues la tasa de interés era menor.
En 1990 aumentó el costo del crédito externo y en el frente interno la implementación de una política monetaria restrictiva originó una elevación de la tasa de interés. El paso siguiente fue el aumento en el incumplimiento de pagos y embargos de viviendas. La tasa de morosidad por los préstamos aumentó de 0.5% en la década de los ochenta a 11% del total de préstamos en 1993.
El estallido de la burbuja en 1990 llevó a una declinación en el precio de las viviendas de 25% entre 1991 y 1995. La combinación de un sobreendeudamiento familiar con el estallido de la burbuja cobró sus primeras víctimas en 1991. Dos de los bancos más grandes del país, Forsta Sparbanken y Nordbanken, fueron declarados en bancarrota al no poder cumplir con los requerimientos regulatorios de capital (8%de los activos). Ambos requerían de una recapitalización. El gobierno inyectó capital a ambos a través de la compra del 77% de las acciones. Los bancos habían sido nacionalizados. En 1992 el Gota Bank siguió el mismo camino y el gobierno anunció que lo vendería de inmediato. La burbuja inmobiliaria había desatado una crisis bancaria. Las pérdidas agregadas de los siete bancos más grandes equivalían a 12% del PIB y los atrasos de pagos al capital total de los bancos. La insolvencia había llevado al colapso del sistema bancario.
La resolución de la crisis sueca es parte de las mejores prácticas y un modelo a imitar. La estrategia consistió en la división de cada banco en dos entidades, una con los activos sanos y otra con los activos malos (denominados tóxicos en la crisis de 2007). Los primeros quedaron en el banco original, mientras que los segundos, en su mayoría hipotecas, fueron asumidas por una agencia de manejo de riesgos (ARM), llamadasSecurum para Nordbanken y Retrieva para los demás, es decir, un banco malo.Adicionalmente el gobierno garantizó a los acreedores bancarios, pero no a los accionistas.
En diciembre de 1992 el Congreso aprobó el Bank Support Act, que autorizó al gobierno a ofrecer garantías por los préstamos, inyecciones de capital, etc. Para implementar el proceso, fue creada la Autoridad de Supervisión Bancaria (BankSupervisory Authority). En 1993, Nordbanken y Gota fueron fusionados manteniendo elprimer nombre. Luego fue reestructurado y vendido al sector privado y las dos ARM fueron fusionadas en 1995.
Las AMC tenían como objetivo maximizar el valor remanente de los préstamos transferidos. En la mayoría de casos embargaron la vivienda que luego fueron vendidas a través de ofertas públicas en la bolsa de valores después de 1995, cuando los precios de las viviendas iniciaron su proceso de recuperación. Una vez terminada su labor, la ARM era desactivada. En otras palabras, las ARM vendían los activos tóxicos y recuperaban parte del valor original del activo.
Las lecciones de la resolución de la crisis sueca son las siguientes: en primer lugar el proceso debe ser transparente; el reconocimiento de las pérdidas esperadas es esencial para la preservar la credibilidad del proceso. En segundo lugar, la resolución debe ser liderada por una agencia con independencia política y financiera con amplios poderes sobre los intermediarios financieros, de manera de evitar las presiones de los bancos. En tercer lugar, mantener la disciplina del mercado, es decir, los responsables de tomar decisiones deben asumir los beneficios y los costos de las mismas. En cuarto lugar, la resolución de la crisis bancaria debe estar acompañada de un programa de apoyo al sector productivo, pues de nada sirve la reparación del sistema financiero si no existen nuevos deudores con capacidad de pago. Dicho de otro modo, la resolución de la crisis bancaria debe ser parte de una estrategia integral que incorpore al sector productivo de la economía.
El objetivo principal de la resolución de una crisis es la minimización de los costos del caos financiero en términos de pérdida del producto. Dos principios son básicos a partir de la experiencia sueca: en primer lugar, el reconocimiento temprano de las pérdidas bancarias y la intervención rápida. En segundo lugar, la intervención debe ser profunda, es decir, el registro adecuado de las pérdidas, el tratamiento de los activos malos o tóxicos y la recapitalización del sistema.
En síntesis, la experiencia sueca demostró la capacidad de decisión del gobierno de implementar, a través de una agencia independiente, un proceso de nacionalización temporal. El mecanismo fue la creación de un banco malo (bad bank) encargado de administrar los activos tóxicos, cuyo valor había descendido a niveles ínfimos como consecuencia de la declinación del precio de las viviendas. Los dos elementos críticos eran los criterios para la selección de los activos que serían transferidos al banco malo y la valorización de los activos.