Cuando el suelo habla: un almuerzo con Martín Kaiser, el alma detrás de Doña Paula
Hay almuerzos que terminan en sobremesa, y otros que te dejan pensando largo rato después.
En Kimo, ese restaurante que parece flotar sobre el Pacífico —con sus curvas de madera, su luz tamizada y ese aire de estar dentro de una ballena que respira lento—, tuve la suerte de sentarme frente a Martín Kaiser, el enólogo de Doña Paula Wines.
La invitación llegó de Grupo Tabernero, y el menú de cinco pasos unió mar, altura y conversación. No hubo discursos ni catas dirigidas; hubo algo mejor: la posibilidad de escuchar, entre plato y copa, a un hombre que ha hecho del suelo su maestro.
El enólogo que respira lo que hace
Kaiser habla del vino sin pretensión. No necesita grandes gestos: observa, piensa, y luego suelta una frase que resume años de trabajo entre viñedos.
Me contó, por ejemplo, cómo las diferencias de altura cambian el alma de un vino; cómo la caliza, el frío o la luz de Mendoza pueden sentirse en una copa si uno aprende a no intervenir demasiado.
No come carne. Y eso se nota en su forma de entender el vino: sin violencia, sin exceso, con un respeto casi espiritual por la tierra. En su mirada, el terroir no es una teoría; es una manera de vivir.
Cinco vinos, un mismo pulso
El Single Vineyard Alluvia Sauvignon Blanc abrió la experiencia con energía pura: fresco, vibrante, casi salino.
Le siguió el Estate Chardonnay, elegante y equilibrado, con fruta blanca y un toque de textura.
El Blue Edition fue un respiro amable, un blend que habla de armonía más que de fuerza.
Y el Altitude Series #9, con sus tres alturas, mostró que la complejidad puede ser también ligereza.
El cierre, con un sorbete de maracumango mirando al mar, fue el recordatorio perfecto de que la frescura no siempre viene del frío.
El alma del vino
Kaiser busca que los vinos de Doña Paula reflejen su origen, no su autor. Su filosofía se siente más que se explica: vinos limpios, sinceros, que dejan hablar al lugar.
Al salir de Kimo, con el sonido del mar todavía de fondo, pensé que hay vinos que se beben, y hay otros que te enseñan a escuchar. Los de Martín Kaiser hacen ambas cosas.

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