Anticucho y vino: el maridaje que desafía el prejuicio
El Día del Anticucho y una excusa perfecta para descorchar
Cada tercer sábado de octubre celebramos el Día del Anticucho, aunque los peruanos lo honramos cualquier día del año. Ese aroma inconfundible de ají panca, vinagre y parrilla es parte de nuestra identidad culinaria. Pero hay algo que pocos se atreven a explorar: el anticucho también puede maridar con vino.
Olvidemos por un momento la clásica chicha morada o la cerveza. El vino —si se elige bien— puede revelar nuevas capas de sabor en este plato icónico.
El secreto está en el carácter
El anticucho no es un plato discreto. Tiene humo, grasa, ají, textura. Y eso exige un vino con estructura, frescura y taninos domados.
Un Malbec del sur del Perú o del Valle de Uco (Argentina) son opciones en las que podríamos pensar: su fruta negra y taninos maduros envuelven al anticucho como si se conocieran de toda la vida.
Si prefieres algo más especiado, el Syrah es el compañero natural: sus notas de pimienta, violeta y cuero realzan los matices ahumados del plato. Y si buscas equilibrio, un Tempranillo joven logra frescura sin robar protagonismo.
¿Y si probamos con blancos o rosados?
Un Chardonnay con paso por madera puede sorprender, sobre todo si el anticucho viene con papas doradas o choclo con mantequilla. Su textura cremosa armoniza con la intensidad del corazón.
Y si quieres romper esquemas, un rosado de uva quebranta es una de las combinaciones más originales y efectivas. Su acidez limpia el paladar y deja espacio para otro bocado (y otro brindis).
Maridar anticucho con vino: cuestión de actitud
El vino no viene a domar al anticucho, sino a bailar con él al mismo compás, como una marinera en la que ambos se desafían y se seducen. Porque al final, maridar es una forma de celebrar —y en el Perú, el sabor también es identidad.
Los elegidos del sommelier
Porque siempre hay que acudir a quienes más saben para tener recomendaciones más precisas. Conté con la colaboración de dos queridos y reconocidos sommeliers: Héctor Tuesta y Juver Aliaga.
Héctor Tuesta
“Rosado, quebranta, rosado, de todas maneras”, sentencia el sommelier Héctor Tuesta.
Un vino rosado de uva quebranta —como Raíces Negras Quebranta Rosé, de Cañete— ofrece buena acidez, estructura y frescor. “Tiene cuerpo, limpia la boca y acompaña perfectamente la textura del corazón y la salsa del anticucho”, explica.
Para quienes prefieren tintos, Tuesta recomienda el Wapisa Pinot Noir, de la Patagonia argentina: “Fresco, con buena acidez y cuerpo medio; taninos redondos que acompañan carnes magras como el anticucho. Y mejor si se toma un poco más frío que de costumbre.”
Juver Aliaga
El sommelier y wine merchant Juver Aliaga propone tres etiquetas con carácter y equilibrio:
-
Syrah D’Ogier – Stéphane Ogier (Ródano Norte, Francia)
“Cuerpo medio a más, notas de frutas negras y especias que se complementan con la intensidad del anticucho.”
-
Folklore Carbónico – Bodega Cerro Chapeu (Rivera, Uruguay)
“Su maceración carbónica resalta frutas rojas y negras ácidas, con una acidez natural que limpia el paladar y aligera la grasa.”
-
Tinto del Pueblo – Proyecto Las Compuertas (Mendoza, Argentina)
“Blend de cuerpo medio a más, con buena columna vertebral de acidez que equilibra textura y frescor, haciendo la proteína más digerible.”
El anticucho puede ser un plato humilde en apariencia, pero su complejidad merece un maridaje a la altura. Ya sea con un rosado quebranta limeño, un Pinot Noir patagónico o un Syrah del Ródano, el vino amplifica la experiencia y revela nuevos matices.
Porque cuando el humo de la parrilla se mezcla con los aromas de la copa, entendemos que el maridaje no solo une sabores: celebra quiénes somos y cómo disfrutamos. Salud!

:quality(75)/blogs.gestion.pe/dona-cata/wp-content/uploads/sites/218/2023/10/Rosa-Bonilla.jpg)





