Catar es contar: el vino como lenguaje en Ortega & Huamán
En Lima, donde la oferta gastronómica se multiplica pero pocas veces se ritualiza, hay un rincón que ha entendido que el vino no es solo bebida: es preludio, conversación y excusa para contar historias. Ortega & Huamán, el restaurante del hotel Souma Vignette Collection, ha convertido sus catas temáticas en un laboratorio sensorial donde el vino abre paso a una propuesta gastronómica redonda, coherente y emocionalmente significativa.
Recientemente asistí a una cata protagonizada por los vinos de Ramón Bilbao, guiada por la sommelier Mirtha Noceda. Más que una degustación, fue una clase magistral sobre cómo el vino puede narrar terroir, técnica y emoción. Cada copa era una escena, y Mirtha, con su estilo pedagógico y estratégico, tejía el guion con precisión y calidez.
Lo que podría ser solo una cata se transforma aquí en experiencia curada. No por azar, sino por la presencia de sommeliers con perfiles tan diversos como complementarios: desde la narrativa musical y preformática de José Bracamonte hasta la pedagogía cotidiana de Héctor Tuesta, el enfoque identitario de Pedro Cuenca y la sensibilidad gastronómica de Giovanni Bisso. Cada uno aporta una lente distinta, permitiendo que el vino se lea como ritual, como territorio, como puente.
La cocina como continuidad narrativa
La carta de Ortega & Huamán no busca competir con el vino, sino dialogar con él. Platos como el arroz meloso con mariscos, el pulpo al carbón o el tiradito de pesca del día no son solo maridajes: son capítulos de una historia que empieza en la copa. Esta coherencia no sería posible sin la visión de Diego Franco, gerente de Alimentos y Bebidas del hotel y también sommelier. Su doble rol permite que cada evento fluya como un ritual bien orquestado, donde cocina, vino y relato se entrelazan con intención.
Catas temáticas: más que eventos, rituales
Eventos como las Noches de Cata no solo convocan a aficionados y expertos, sino que democratizan el acceso al vino sin perder profundidad. La curaduría mensual, la diversidad de sommeliers y la coherencia gastronómica hacen de Ortega & Huamán uno de los pocos espacios en Lima donde el vino no se vende, se cuenta.
En tiempos donde la experiencia se ha vuelto moneda de cambio, este restaurante apuesta por algo más difícil de copiar: la coherencia simbólica. Y eso, en el mundo del vino y la gastronomía, es oro líquido. Salud.

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