América Latina: Creciendo sin la locomotora de los commodities
Por Bertrand Gruss
Luego de una década de crecimiento excepcional, los precios de los commodities tocaron techo a mediados de 2011. Aunque siguen elevados, los precios han caído algo y esto le puede quitar brillo a las perspectivas económicas de América Latina.
De hecho, nuestro análisis en Perspectivas Económicas: Las Américas sugiere que al frenarse la escalada de precios de los commodities, el crecimiento económico de la región podría ser alrededor de 1,5% menor que durante el boom—aun si los precios se mantuvieran en los niveles relativamente altos de hoy en día.
La década dorada
El reciente boom de los commodities fue extraordinario para la región. El gráfico 1 muestra que el crecimiento de los índices de precios de materias primas (IPMP) durante 2003–11 fue excepcional en términos históricos—en promedio un 5,5% por año—como también lo fue el desempeño económico de la región, cuyo crecimiento promedio anual pasó de menos de 2,5% en 1980–2002, a más de 4% en 2003–11.
Claro, la magnitud del boom no fue igual para todos, ya que la canasta de commodities que exportan e importan varía significativamente entre los países de la región (el IPMP se construye en base a las exportaciones netas de cada materia prima). Venezuela, impulsada por el aumento del precio del petróleo, registró la mejora más abrupta en términos de su IPMP: más de 10% por año. En el otro extremo, los IPMP de productores de alimentos como Paraguay y Honduras crecieron a una tasa anual cercana al 4% y, en el caso de Uruguay, el IPMP cayó en esos años (reflejando su alta dependencia de importaciones de petróleo).
¿El fin de la fiesta?
Pero el viento giró. Los precios de las materias primas han caído algo desde los máximos de 2011, y se espera que esta tendencia continúe en los próximos años. En este sentido, si bien los futuros de commodities sugieren que los niveles de los IPMP de la región seguirían siendo superiores a los de mediados de los 2000—y aun más si comparamos con los de la década del 90—su ritmo de crecimiento se contraería fuertemente con respecto a la década pasada (gráfico 1).
¿Qué implica este panorama para el crecimiento en la región? En gran medida la pregunta es qué va a predominar: ¿el efecto positivo del nivel todavía alto de los precios de las materias primas?; ¿o el efecto negativo por el menor ritmo de crecimiento de estos precios?
Nuestros resultados sugieren que el crecimiento del producto en los próximos años se verá más afectado por el menor crecimiento proyectado para los precios de las materias primas que por los niveles aún elevados de esos precios. Esto es, incluso si los precios de las materias primas se mantuviesen estables a los niveles relativamente altos de 2013, el crecimiento de la región sería sustancialmente menor al registrado durante el boom (gráfico 2). Concretamente, el crecimiento para el exportador de materias primas promedio de la región en 2014–19 sería 1,4% menor que en 2003–11—e incluso 0,6% menor a lo observado en 2012–13, cuando la región ya crecía a menor ritmo.
También encontramos que una desaceleración de China representa un riesgo clave para la región. Un shock negativo al PIB de China del orden de 1% provocaría una caída del IPMP promedio superior al 3% (gráfico 3). En tanto, el PIB del exportador de materias primas promedio de la región caería aproximadamente un 0,5% por debajo de su tendencia al cabo de tres años—y luego de seis años todavía estaría un 0,3% por debajo de su nivel en ausencia del shock.
Recetas para combatir la resaca
En primer lugar, si la desaceleración reciente está relacionada a la moderación de los precios de las materias primas, no se debería caer en la tentación de recurrir a políticas de estímulo de la demanda interna para intentar recuperar las tasas de crecimiento de hace algunos años. El foco, más que nunca, debiera estar en impulsar reformas estructurales que favorezcan un mayor crecimiento de la productividad. Las prioridades difieren por país, pero en varios casos incluyen fortalecer la infraestructura interna, mejorar los resultados de los sistemas educativos, mejorar el clima de negocios y promover la competencia.
Segundo, la región debería seguir mejorando sus marcos de política para atenuar el vínculo entre los ciclos de precios de las materias primas y la actividad económica. La política fiscal debe cumplir un rol clave al respecto, asegurando un justo equilibrio entre recomponer defensas durante los pedidos de auge y adelantar gasto en inversiones críticas para elevar el crecimiento potencial. Pero también es fundamental mantener marcos de política monetaria y macroprudencial sólidos, de modo de poder utilizar libremente la flexibilidad del tipo de cambio como amortiguador de shocks a los términos de intercambio.
Sin la locomotora de los commodities, la carga será sin dudas más pesada. Pero qué tanto más lento se avance dependerá, en gran medida, del énfasis que se le ponga a la agenda de reformas que la región tiene en el tintero.