Neuralink: La promesa y el peligro de las interfaces cerebro-computadora
Esta semana Neuralink anunció (aqui) que había recibido la aprobación de la FDA para lanzar su primer estudio clínico en humanos. En este artículo trataremos de poner sobre la mesa algunos retos éticos y legales que esta nueva tecnología presenta.
Neuralink es una empresa de neurotecnología fundada por Elon Musk en 2016. El objetivo de la compañía es desarrollar interfaces cerebro-computadora (ICC o BCI: brain-computer interfaces) que puedan utilizarse para tratar trastornos neurológicos y mejorar la cognición humana.
Las ICC son dispositivos que pueden registrar y estimular la actividad eléctrica en el cerebro. Tienen el potencial de revolucionar la forma en que tratamos trastornos neurológicos, como la enfermedad de Parkinson, la enfermedad de Alzheimer y las lesiones de la médula espinal. Las ICC también podrían utilizarse para mejorar la cognición humana, permitiéndonos aprender más rápido, recordar más y tomar mejores decisiones.
Sin embargo, también existen riesgos legales y éticos asociados a las ICC. Por ejemplo, ¿quién es dueño de los datos generados por una ICC? ¿Qué sucede si se utiliza una ICC para controlar los pensamientos o acciones de alguien? ¿Cómo afectarán las ICC nuestra privacidad y seguridad?
Estas son solo algunas de las preguntas que deben responderse antes de que las ICC puedan ser ampliamente adoptadas. Es importante tener una discusión pública sobre las implicaciones legales y éticas de las ICC para asegurarnos de que esta tecnología se utilice para el bien.
Aquí se presentan algunos de los riesgos y desafíos legales y éticos específicos asociados a la tecnología de Neuralink:
Privacidad: Las ICC podrían recopilar una gran cantidad de datos sobre nuestros pensamientos, sentimientos y experiencias. Estos datos podrían utilizarse para rastrear nuestro comportamiento, dirigirnos con publicidad e incluso controlar nuestros pensamientos y acciones.
Seguridad: Las ICC podrían ser hackeadas, lo que permitiría a alguien acceder a nuestros datos personales e incluso controlar nuestro cerebro.
Desigualdad: Las ICC podrían utilizarse para crear una nueva clase de humanos “mejorados” que tengan habilidades cognitivas superiores. Esto podría generar mayor desigualdad y discriminación.
Consentimiento: No está claro cómo las personas podrán dar su consentimiento para el uso de las ICC. Es posible que las personas se sientan presionadas para usar las ICC con el fin de avanzar en la escuela o en sus carreras.
Estos son solo algunos de los riesgos y desafíos legales y éticos que planteamos para la discusión. Estoy seguro que hay algunos más por lo que dejo la mesa servida para seguir conversando sobre este tema aqui: https://www.linkedin.com/in/abelrevoredo/
Déjanos tus comentarios.