¿Necesitamos CBDCs?
A fines del año pasado el Presidente del Banco Central de Reserva del Perú mencionó en diversas entrevistas que la institución que representa se encuentra trabajando en un proyecto para lograr la implementación de una CBDC en el Perú. En este artículo trataremos de explicar que es una CBDC, la real necesidad de su implementación y algunas de nuestras preocupaciones al respecto.
En primer lugar, es importante definir qué es un Central Bank Digital Currency (CBDC). Una CBDC es básicamente la representación digital de dinero físico (o dinero fiduciario) que son emitidas por Bancos Centrales al igual que cualquier otra moneda de curso legal. Entonces, podríamos convenir que al no ser activos privados cuya validación depende de la criptografía descentralizada, una CBDC no sería un criptoactivo. En estricto, sería algo muy parecido al dinero electrónico solo que, en lugar de ser emitido por alguna entidad autorizada para ello, sería emitida por un Banco Central.
Siendo ello así, vayamos a responder la pregunta en cuestión, ¿las necesitamos?
En primer lugar, hay que tomar en consideración que una CBDC sigue siendo dinero fiduciario, no cambia nada en ese aspecto, sigue siendo dependiente del Banco Central al igual que los soles que usamos hoy. La aparente ventaja de estas es su interoperabilidad: cualquier participante del sistema puede realizar transacciones con otro sin necesidad de tener cuentas en el mismo banco. Sin embargo, tienen un lado peligroso, las operaciones (hasta el mas pequeño pago) podrían ser monitoreadas por el Estado quien mantendría un registro centralizado de transacciones asegurando con ello que sea más fácil controlar los tributos. ¿Queremos que el estado tenga este poder sobre nuestro dinero o ese conocimiento sobre el destino de nuestros gastos?
Existen dos modelos principales de despliegue de CBDCs, uno para pagos mayoristas y otro para pagos minoristas. El primer modelo serviría para transacciones entre entidades del sistema financiero, lo cual no sería muy distinto a los mecanismos de compensación que ya tenemos hoy en día; mientras que el segundo modelo sí estaría disponible para todos los agentes de la economía. Dentro de este segundo modelo, existen tres subcategorías: tenemos las CBDC directas, donde los Bancos Centrales intermedian directamente con los agentes económicos (prescindiendo de los bancos), luego están las CBDC indirectas donde los bancos actúan como intermediarios, lo cual sería similar al sistema de dinero electrónico que tenemos actualmente, y finalmente el sistema híbrido, donde los bancos actúan como intermediarios, pero el Banco Central mantiene registro en su hoja de balance.
Como podemos ver, cada modelo tiene sus ventajas y sus riesgos, mientras más directo es el modelo, más se pone en riesgo la estabilidad del sistema financiero, ya que los bancos dejarían de ser relevantes como intermediarios, pero también requeriría un Banco Central omnipotente, con una burocracia que le permita tener un sistema de KYC e intermediación eficiente. En líneas generales, la ventaja principal, como dijimos anteriormente, es que se tiene mayor control y transparencia respecto de cada transacción, lo cual sirve para controlar tributos, lavados de activos y también recaudar información sobre consumidores. Pero esto es un arma de doble filo.
En resumen, las CBDCs permitirían al Estado acceso preciso a cada transacción y gasto que realizamos y, por otro lado, dotarían de una gran fuerza al Banco Central en desmedro del Sistema Financiero.
Normalmente este tipo de propuesta se analiza asumiendo un Estado benevolente, que solo vela por optimizar la efectividad de su sistema financiero, pero ¿qué pasaría si este Estado desea realizar algún tipo de control social o te ve como un disidente? Teniendo el acceso total a nuestras transacciones y el control de nuestras billeteras, el riesgo sería muy alto.
Hace no mucho, en Canadá (un país que se suele considerar como ejemplo democrático), se congelaron las cuentas bancarias a un grupo de activistas por estar en contra de la política de vacunación en dicho país. Simpaticemos o no con estos disidentes, el hecho de que un estado democrático pueda congelar tus ahorros solo por ejercer tu derecho a la protesta ya debería ser suficiente como para ser escéptico de darles más poder sobre nuestros ahorros. Las CBDCs solamente facilitarían esto.
Luego, agreguemos un sistema de créditos sociales como el que tienen algunos países del lejano oriente (países bastante interesados en las CBDCs) y el Estado podría controlar todo el gasto de los actores económicos, ¿no estas comiendo sano? Se te prohíbe gastar tus CBDCs en comida chatarra, ¿no estas siendo productivo? Se te prohíbe gastar en actividades recreativas. Inclusive un caso más extremo sería que el Estado, al tener control sobre las tasas de interés, pueda imponer tasas negativas sobre tus CBDCs para incentivarte a que consumas, teniendo control absoluto sobre tus hábitos. Sé que es un concepto orwelliano y distópico, pero si algo hemos aprendido estos últimos años de pandemia es que al Estado le encanta el control y una vez que lo obtiene no lo suelta fácilmente.
En segundo lugar, hay que considerar que hoy en día tenemos otras alternativas que sí son verdaderamente privadas y descentralizadas, como son el dinero fiat (que impide ese tipo de prácticas) o las stablecoins, es decir, criptoactivos fijados al dólar, otra moneda o algún activo colateralizado (claro que cada una con su propio riesgo, por ejemplo el reciente caso de UST que perdió su peg al dólar).
Aunque las stablecoins suelen tener costos elevados de transacción, ya hay alternativas como el wallet de Argent (que corre sobre zksync, un Layer 2 que ofrece más escalabilidad a la red de Ethereum) que permite hacer transacciones a costos bajos. Inclusive, si no quieres usar criptomonedas, el sistema que tenemos hoy en día ya es, dentro de todo suficiente, el uso de dinero electrónico se está masificando en el país, especialmente después de la pandemia, y cada vez más tenemos mejores servicios de billeteras digitales. La única ventaja que ofrecen las CBDC sobre algunas billeteras digitales actuales sería la interoperabilidad, pero esto seguramente cambiará en el corto plazo.
Entonces, respondiendo la pregunta que da origen a este artículo, debemos afirmar que su adopción no puede hacerse sin controlar los riesgos antes mencionados: acceso a operaciones de consumo privadas o la centralización de poder en el Banco Central con prescindencia del sistema bancario. De lo contrario, estaríamos frente a un experimento que podría poner en peligro, tanto al sector financiero, como la privacidad de los demás actores económicos. Al fin y al cabo, el dinero es información, cada transacción transmite data de usuario a usuario, desde una compra en una bodega a una adquisición de una empresa, información que, si cae en las manos equivocadas, podría tener graves consecuencias.