David vs. Goliat
Parte de las enseñanzas que escuchamos cuando somos niños son aquellas historias que encontramos en la Biblia, ¿quién no recuerda la de David y Goliat?, aún sin haberlos leído recordamos la victoria del pequeño frente al gigante, con la sabiduría que implica que aunque las cosas se vean imposibles de alcanzar y conseguir, si lo decidimos y determinamos podremos vencer y lograrlo.
Esta historia bíblica es una de las mejores metáforas aleccionadoras para nuestras vidas, aplicable en cualquier circunstancia incluso en las finanzas personales, pues es así como vemos muchas veces al sistema financiero representado por Goliat mientras que las personas usuarias y clientes representados por David, donde muchas veces sólo nos asustamos ante el gigante y volteamos la mirada para buscar alternativas que nos hagan cambiar el escenario y no afrontemos el sistema. No se trata de agarrar una piedra con la honda y se ataque al gigante, los tiempos han cambiado y se trata de analizar y aprender a utilizar al sistema financiero para lograr nuestros objetivos, dominándolo hasta el punto que seamos nosotros quienes sólo sacaremos los beneficios del mismo.
Paralelamente a ello se suma la reconocida frase que “la unión hace la fuerza”, y en el sistema financiero pasa lo mismo, mientras más personas seamos parte del mismo, habrá mayores beneficios y oportunidades de desarrollo para todos. Más de una vez hemos escuchado que en los países del primer mundo la independización de los jóvenes está concluida a una edad promedio de treinta años, donde ya cuentan con una carrera profesional, vivienda y hasta el auto deseado; cuántas veces hemos “justificado” esta cultura aduciendo que es porque viven en países desarrollados, nada más lejano a las verdaderas causas, lo único que nos hace diferentes es que ellos tienen una educación financiera y utilizan al sistema como aliado para conseguir sus objetivos.
Sin ir lejos cuando se proyecta la compra de una vivienda, uno de los grandes fantasmas es el temor de sacar un préstamo hipotecario porque nos decimos que se termina pagando casi el triple del préstamo y por eso mejor es alquilar y no darle nuestro dinero al banco, sin embargo sería bueno cuestionarnos ¿Quién pierde ahí?.
Si analizamos detenidamente y hacemos una lectura veremos que la necesidad de vivienda es algo permanente, durante toda nuestra vida necesitaremos de un lugar donde vivir, pero si alquilamos un departamento pagaremos siempre un alquiler y en el largo plazo nunca seremos dueños de nada, mientras que si obtenemos un crédito para comprar un departamento el monto que seguiremos pagando todos los meses será para que un día ese inmueble sea nuestro y al culminar las cuitas no pagaremos más. Indudablemente no podemos negar que al culminar estos pagos habremos pagado una suma considerable por concepto de intereses, pero paralelamente tampoco debemos olvidar que el valor de nuestro inmueble se habrá apreciado, y estos intereses terminarán siendo más baratos de lo que pensamos.
En tiempo real, si tomamos un ejemplo y hacemos números por el alquiler de un departamento a 1,200.00 soles promedio, en 25 años habremos pagado 360,000 soles en total, solo por usarlo sin que sea nuestro, mientras que si accedemos a un crédito hipotecario, lo más probable es que paguemos cuotas mensuales con un incremento de 10 o 15 % más de la renta mensual, sin embargo y la gran diferencia será que al culminar los 25 años ese departamento será nuestra propiedad, habiendo logrado un activo financiero para nosotros.
Si vemos con proyección los diferentes panoramas entenderemos Goliat puede no ser el enemigo gigante y muy por el contrario podemos aliarlo a nosotros para ayudarnos. Seguramente habrá mucho por aprender y mejorar de ambas partes, sin embargo con iniciativas como las del programa hablemos claro de la Asociación de Bancos del Perú y los de la Superintendencia de Banca y Seguros podemos encontrar el acercamiento del sistema financiero y el fortalecimiento de la educación financiera para nosotros.
Convirtámonos en el “David” de nuestras finanzas personales.