¿Transparencia o ilusión?
Completar y hacer visible el registro de visitas es un mínimo indispensable. Guardar esperanzas en que eso implica transparencia es solo una ilusión.
Hace muchos años el Perú se desvive en el cumplimiento de la ley; en el mínimo indispensable, en la forma, en el pequeño y documental registro de visitas. La ley se ha tornado en “legalista”, declarativa y nos otorga una pequeña sensación de alivio, falso desde luego. Así, concebimos que emitir leyes es un deporte nacional. Leyes absurdas, innecesarias, que solo llenan el anaquel de El Peruano. Papel mojado. Es lo más fácil emitir una ley en el Perú.
El cumplimiento de la ley, no hace transparente a una persona como en el caso del Presidente; menos aún si este cumplimiento es en “vía de regularización” o en modo retroactivo y por presión colectiva, por roche. La transparencia implica algo más.
Este fenómeno ilusorio, dicho sea de paso, no solo ocurre en el sector público. Hay muchas empresas que se aferran a su programa anticorrupción pensando que con ello acabarán con ese problema en la actividad privada. Hace falta algo más siempre.
La transparencia, la integridad, son conductas permanentes, constituyen formas de vida. No un chek list.
En el caso concreto que nos ocupa -el del Presidente- se impone el deber de sustentar, explicar y hacer visibles todos sus actos. Acudiendo a ese dicho, medio machista, “la mujer del César no solo tiene que serlo, sino también parecerlo”. Ojo al orden de la frase. No implica parecerlo para luego serlo, sino al revés.
¿Por qué se nombró a tal o cual Ministro? ¿por qué se valida y se premia a una persona con investigaciones en uno de los puestos más importantes del país? ¿por qué se invita a viajar con el dinero público al jefe del partido, también cuestionado? Muchos “por qués”, demasiado silencio. No hay transparencia. El registro queda medio desinflado con esto.
Y claro, en la letra pequeña, en el filo del formulario, habrá siempre espacio para irse por el límite bordeando convenientemente la legalidad según nuestros intereses. Vienen así las consultorías que “cumplen con los requisitos”, las defensas formales (esas que dicen que toda investigación es una “cortina de humo” o una persecución política), la contabilidad creativa, las frases de desagravio formalistas, etcétera. Así vivimos hace muchos años, no se sorprendan. Todos lo sabemos, pocos practican la ética. Eso demora, eso cuesta (y habrán pérdidas), eso cansa. No obstante nadie pide ángeles, eso es necedad. Pedimos seres humanos que lo intenten, que empiecen y que, por ejemplo, dejen de decir -dejen de pensar- la frase cómplice y mediocre de que exigir transparencia e integridad es un sueño.
¿Queremos un Perú que vaya más allá de la ley? ¿queremos real transparencia e integridad? Abandonemos la ley como meta. Subamos el estándar. Empecemos.
Lima, 02 de agosto de 2021