La ley detrás de la ley
Un camión detenido en la carretera central bloqueando un carril entero y generando tráfico. Al lado el presunto conductor acompañado de otra persona más, ambos con una pequeña cerveza en la mano. Una historia real, como muchas en las que la ley es solo un papel mojado.
“La costumbre vence a la ley” yace como un martillazo el viejo proverbio que en el Perú es un lema nacional. Se configuran leyes siempre, las más altas y sangrientas. Aquellas que son difíciles de cumplir. La mala costumbre vence a cualquier buena ley porque simplemente no hay costumbre de apego a la ley.
Así se generaron por ejemplo muchas de las irregulares ocupaciones de playa, sobre todo en el norte del país. De esa manera también se pasan las revisiones técnicas de vehículos que desafían toda lógica. Las fiscalizaciones municipales comedidas solamente cuando se ha producido un desastre previsible. No nos engañemos, nuestra legalidad es un chiste que solo aquellos “monses” están dispuestos a cumplir.
Pero ahora nos horrorizamos con las tropelías del gobierno de turno. El “copamiento” descarado siempre existió. Las consultorías para pagar favores también. En fin, tantos modus operandi y demasiada ley. La diferencia es que ahora el gobierno está tomado principalmente por un grupete al que no tenemos “llegada”. Cualquier “tarjetazo” es más difícil. Nada ha cambiado. Solo se ha hecho más evidente y lejano para el típico establishment. Aclaro, eso no supone un cambio en favor del pueblo (hasta ahora no sé a quienes comprende el término, dicho sea de paso); simplemente es un cambio de dueño del negocio.
De esta manera podemos ver que existe una ley paralela en el Perú; aquella que, permanente, configura la trampa pensada. Esa trampa diseñada para la “sacada de vuelta”. Una norma camuflada, la ley detrás de la ley.
Mientras más nos concentremos en emitir normitas legales, más lejos nos encontramos del Estado de Derecho. Las grandes naciones tienen pocas leyes y todas se cumplen, ahí está la diferencia. Eso va también para aquellos que venden la idea de que un cambio constitucional hará magia. Ese es un fraude, una genuina y miserable tomada de pelo que arrebata las esperanzas de los más necesitados, una vez más.
El Perú tiene que re fundarse, sí, hacia recobrar su eje de respeto a la ley. Eso no se logra con la “mano dura” de aquellos bravucones conflictuados que piensan que solo la letra con sangre entra. Se logra cuando la ley se cumple siempre y para todos. Hay muchos caminos que deben empezarse ya: conciencia ciudadana mediante valores (pero no en una campañita de conceptos sosos, sino mediante el cambio de hábito real), buen diseño normativo (aplicación del anhelado análisis costo beneficio que hoy es un copy paste) y enforcement, siempre enforcement. De nada nos sirve tener un Código Penal abultado y eterno si aquellos pillos no tienen miedo al brazo de la ley ¿es por esta razón que casi ninguna autoridad se atreve a impulsar una reforma del sistema de justicia?
Lima, 11 de agosto de 2021
Eduardo Herrera Velarde