Desenredando el waipe
Todo empezó con el flash electoral que en mi modesta opinión fue, cuando menos, inoportuno dadas las circunstancias que hacían presagiar una carrera muy ajustada. Entonces, anunciar al ganador por el alto parlante del estadio sin esperar la foto que hacía ganar al otro competidor por una nariz, generó molestias, dudas y todo lo demás.
Acto seguido descubrimos que nuestro sistema es una cuna del “recurseo”, la “criollada” y la corruptela. No se esponjen, en las elecciones peruanas gana el más vivo, el que tiene la mejor “estrategia” implementada. Crece el rol de los personeros que viendo una mesa con condiciones (mesa vacía), hacen la trampita con el aplauso de la comparsa. Todo bacán, nadie se dará cuenta, hasta que explota y salta el escándalo. Así funcionó siempre, nadie piteaba hasta que “chocaron con chocano” y a la gente no le gustó porque el miedo empezó a comerse la serenidad de todos.
En el medio de esto, nos percatamos que las autoridades de nuestro precario sistema electoral son las mismas -o al menos en una buena parte- que las del sistema de justicia. Sí, imagínate querida, así funciona. Un jurista que tiene cola resulta ser un campeón defensor de la democracia, conveniente claro está. Su reemplazo viene con el mismo cuestionamiento. Es allí donde miramos al fondo de la olla y vemos que el panorama no pinta bien, hay arroz quemao.
Mucha marchita, defensa mal articulada, estridencias, se confunde el interés por la democracia, la libertad y la institucionalidad con el fin personalista de no querer perder. La confusión sigue y no tenemos salida.
La Fiscalía irrumpe y nos dice algo que también todos conocíamos. Los partidos políticos tienen financiamiento irregular (por decir lo menos). El ganador parece financiado por la coima, como para ahondar la paradoja de un país que desvive en la cosmética lucha contra la corrupción. Sospecho que no es el único, hay otros partidos financiados por narcotráfico y todos lo sabemos, lo toleramos. Muestra de que la ley no nos salvará por sí misma, por su sola letra fría y muerta. Hace falta realidad.
Para aderezar más el drama ingresa el Poder Judicial con una demanda de habeas data que, si bien solo determina una admisión a trámite, mueve el tablero de la legitimidad. Ya días atrás, ese mismo Poder Judicial, intervino en una cautelar con visos legales, pero valga decirlo, bastante sospechosa. El Congreso, por su lado, empezó bien y mostrando cierta valentía, para luego coronar su participación como sabe hacerlo: nosotros no le damos cuenta a nadie. Viva la repartición.
¿Cómo desenredar el waipe? ¿son confiables nuestras instituciones? ¿cuál es el piso sobre el que estamos construyendo la vivienda de nuestro desarrollo y prosperidad? Evidentemente, necesitamos un arquitecto (o un ingeniero para que no se molesten). En fin, alguien que diseñe la institucionalidad. Que mire el tablero en perspectiva, con sobriedad y visión de Estado, pensando en la posteridad. Sugiero empezar imitando lo bueno que se ha hecho en la institucionalidad económica como me dijo Jaime Reusche. Ya aprendimos que la economía es importante y nuestras instituciones económicas son islas de virtud institucional. Institucionalidad de primer mundo en un país que pelea irse a la baja en términos futbolísticos
¿Por dónde empezamos entonces? Diría que por la justicia. Si la ley se cumple y las personas tienen en claro eso, el respeto cunde, por la razón o por la fuerza (más por lo segundo en este caso). En un país con justicia el delincuente que roba el celular paga su delito (no lo refunden en una cárcel con el que ha matado o violado), la Constitución sirve y no solo es un trampolín para hacer viables sueños ideológicos, los contratos de empresas que invierten se respetan (ojo, el Perú es el país más demandado del mundo ante el CIADI).
Pero, claro, todo esto demora y estamos apurados. Vivimos al día y hay que pensar en cómo comemos hoy. Por eso es imperativo cortar ese ciclo de angustia ya para llevar la tranquilidad necesaria a fin que nadie nos quite concentración en este diseño institucional. A todos los que les encanta ser salvador o salvadora pues ahí está la receta (o al menos una modesta pista). De lo contrario seguiremos enredando el waipe.
Lima, 14 de julio de 2021
Eduardo Herrera Velarde.