Desigualdad
A algunos les molestará que no sea “frontal” o “directo” en expresar mi intención de voto. Intento reservar precisamente esa frontalidad para hablar de un tema que está detrás no solo en esta campaña, sino en mucha de la discusión de los últimos años.
Este escrito no será feliz ni pacífico para quien lo lea. No espero concordancias y, si hay diferencias, exijo únicamente tolerancia y respeto. Al que le caiga el guante…
Todos los seres humanos somos desiguales. Por ejemplo, yo soy hombre, abogado, casado, peruano, padre de 02, entre otras características físicas e inmateriales (no necesariamente virtudes) que me hacen único. No mejor, ni peor, pero sí único, como todos. Desde esa perspectiva, tengo distintos sueños, expectativas, necesidades, habilidades, sesgos, taras, que impiden igualarme con cualquier otro individuo.
Por eso nunca entendí eso de la igualdad de oportunidades.
Cómo alguien podría saber si, por ejemplo, estudiar algo sería para mí la mejor oportunidad. Conozco personas que nunca estudiaron nada y alcanzaron el éxito según sus respectivos proyectos de vida; ya de por sí la palabra “éxito” denota una desigualdad conforme varían las personas. Insisto ¿podría otra persona (un funcionario estatal, por ejemplo) saber qué es lo mejor para mí? Honestamente lo dudo.
¿Ahí acabo todo? Bueno, no necesariamente. No en el Perú. Nuestro país dista mucho de ser un lugar en el que las personas obtengan lo que se propongan; mejor dicho, en el que cada quien pueda -con total libertad- desarrollar su proyecto de vida como mejor le parezca. Entonces ahí sí hay una tarea pendiente.
En el Perú existe, persistentemente, un clima propicio para el “amiguismo”, el “compadrazgo” o el “tarjetazo” como lo señalé en el artículo anterior. Esta situación impide que quien hace los méritos para ganar la oportunidad, la tenga. De allí que exista entonces desigualdad. “Ganan”, en una buena parte, los que tienen “amigos”, “compadres” o una “tarjeta poderosa”.
Ahora bien ¿esto se soluciona quitándole al que “ganó” para dárselo al que “perdió”? No, no siempre, no así. Hay muchas personas que “ganaron” en buena lid, ya sea como producto de su esfuerzo (trabajo), habilidad o incluso suerte (en el caso de la herencia). Mientras sea apegado a la ética -sin hacer daño a nadie- bienvenido el éxito. Cuando no se dan ninguno de los supuestos antes planteados entonces debería imponerse la ley. Que esta se cumpla siempre y sin distinciones -con igualdad-; es decir que prevalezca el Estado de derecho.
Pienso que ese es el principal problema del país. Como no hay sanción para que el “ganó” de manera anti ética, entonces la desigualdad es un problema y se genera un resentimiento válido hacia el sistema. Sin embargo, ante a las cosas así planteadas, perdemos el tiempo y las fuerzas enfrentándonos pensando que es necesario imaginar una manera justa y viable de forjar impositivamente la solidaridad para re distribuir y con eso menguar o acabar con la desigualdad. No se esfuercen, nunca la solidaridad podrá ser justa y viable si es impuesta. Como repito, si alguien “ganó” bien, pues, ese es su derecho, incluso, si esto supone amasar todo para sí mismo y no compartir con nadie. Aquí una buena sugerencia para los interesados en fomentar la solidaridad: mejoren la legislación tributaria para que el altruismo no sea tan gravoso como lo es en el Perú actualmente. Y si con eso alguien quiere compartir, bienvenido sea.
Lo antes referido no impide que, en casos extremos, el Estado deba de ayudar -por conveniencia, por deber ético de acuerdo a su naturaleza o como fuese- para generar una condición mínima de subsistencia; créanme nadie puede pensar en el futuro si no tiene asegurado el presente. El otro rol estatal debería concentrarse en propiciar el clima adecuado para que exista accesibilidad de todos para todo; accesibilidad precisamente para que todos puedan realmente desarrollar sus proyectos de vida. Si quiero estudiar, estudiaré. Si quiero poner una carpintería o un estudio de abogados, pues adelante. Si no quiero trabajar ni hacer nada, pues también. Todo debería ser accesible y fácil, esa es la verdadera igualdad.
La respuesta estuvo siempre allí, en la institucionalidad, en el imperio de la ley (la ley inteligente, necesaria y bien construida “desde abajo”), en el Estado de derecho. No obstante, algunos prefieren saber cómo van las encuestas, si subió el dólar, en difundir alguna teoría “conspiranoica” o si alguien dijo algo que pueda ser mal interpretado para lincharlo.
Sin equilibrio, reflexión, paciencia y distancia es muy complicado construir. Y nuestro país necesita eso hoy más que nunca. Esto no se soluciona, solamente en una elección. No perdamos tiempo, hay mucho que construir y no hemos siquiera empezado.
Lima, 27 de mayo de 2021
Eduardo Herrera Velarde.