La ética no vale nada
Mi amigo Francois Vallaeys me soltó una de esas frases geniales cuando hablábamos de ética. Le preguntaba cómo debíamos hacer para despertar el interés sobre la materia en las personas. Mira, me dijo, la ética es un asunto de esos que, para las personas, comúnmente no vale nada, salvo en momentos de crisis en donde se convierte en absolutamente todo.
Hoy todos salen a reclamar ética en las personas y más bien vamos a evaluar la necesidad de un valor ético que está “al debe” en nuestra sociedad: responsabilidad. Responsabilidad para asumir las consecuencias de nuestros actos (sí, de todos por acción u omisión).
Transparencia es un portal de información en el Estado en donde las entidades vuelcan cierta información relevante. Usualmente un espacio aburrido a donde nadie quiere acudir y donde sabemos, no está toda la información. Alguna vez quise hace una investigación sobre -precisamente- el precio de las pruebas de detección de COVID y, por transparencia, le pedí información al Instituto Nacional de Salud. Me llamaron preocupados inmediatamente para decirme que me darían información. A los pocos días me rechazaron la petición por un error técnico. Sí, transparencia.
Conflicto de interés es una declaración jurada que se llena en las empresas y ahora en el Estado. Pero ¿saben que ese hace con esa información? Nada relevante. Ah eso sí, muchos partidos políticos están planteando sendas legislaciones sobre el punto. Más formularios, más registros. A eso se ha reducido el conflicto de interés.
Ni qué hablar de la ética que, obsesivamente, se presenta en el imaginario como un código o aquella ley de la ética en la gestión pública. Imagínense, qué diría Aristóteles, Kant o yendo un poco más cerca el mismo Savater. Ah claro, pero la ética histórica -esa de nombres y fechas- sí que está presente en nuestras vidas tanto en el colegio como en la universidad; por eso nadie la soporta ni la entiende.
La ética no “está de moda” porque pareciera ser abstracta, no rentable, aburrida e incluso algo naif. Tan menospreciada está que hace pocos días uno de los diarios de mayor circulación en nuestro país (no este por si acaso), publicó un tuit en donde decía que -según los especialistas- lo sucedido en el caso vacunagate no era delito, solamente una falta ética. Vaya, la ética reducida a un segundo plano. No debería de extrañarnos lo que nos viene sucediendo.
La ética es simplemente saber distinguir entre lo correcto y lo incorrecto (seguramente hay mejores definiciones, pero escogí está por ser la más completa a mi parecer). La ética requiere reflexión, por lo que no debe de resultar de la indignación (a todos a los que les encanta la palabrita esa). La ética debe de estar presente en nuestras vidas, diariamente, cada segundo, en cada acción, por eso -más allá de normas legales y formularios o controles- debemos de marchar a la ética aplicada.
La ética, la semana pasada, no valía nada para el Perú. Hoy lo es todo.
Lima, 16 de febrero de 2021
Eduardo Herrera Velarde.