Nos volvieron a encerrar
Estaba el último martes 26 viendo Netflix, intentando desconectarme de la realidad y a la vez pendiente del anuncio del Presidente, que se tardaba en aparecer, para comunicar -una vez más- nuevas normas de restricción. Circulaban muchos rumores en los típicos mensajes de chat que ya estoy empezando a creer que forman parte de una “estrategia”. Y así se quejaban de la inestabilidad política.
En algún momento, como a las nueve de la noche, empecé a recibir noticias: “nos volvieron a encerrar”, escribió un amigo. De ahí en más todo fue un esforzado intento por buscar saber qué se podía hacer y qué no estaba permitido. Imagínense si a mí, siendo abogado, me costó trabajo…
Tras ese primer anuncio, vinieron dos “aclaraciones” más. Una conferencia de prensa y la publicación de la norma en cuestión que, tampoco, fueron del todo claras, valga la redundancia.
A la fecha, se han publicado listas de actividades permitidas y grafiquitos y ya la cosa parece estar más clara, parece.
Sin embargo no entiendo, honestamente, como pretenden que seamos responsables si las reglas no están definidas desde el primer momento ¿se puede decir que hay “guerra avisada”? Si no sabes los límites ¿cómo ser consciente de nuestro rol?
Pero más allá de eso -que no es menor en un Estado que emite 60 leyes diarias en promedio- nuevamente, salta a la palestra el fantasma de la prohibición. Prohibir en este país es lo más fácil como para ir diciendo que eres inflexible y tomas medidas drásticas; como un padre furioso que castiga a su hijo mandándolo a su cama sin cenar y con el anuncio de dejarlo sin propina por los próximos quince días. Así es el Estado señores, no nos quejemos ahora porque ya es muy tarde. Nos portamos como menores de edad, pedimos más control y más normas, no pidamos luego libertad.
¿Significa que el encierro es correcto? No, porque no se entiende la razón, torpe, de mantener enclaustrado a alguien que no puede estarlo. Nuevamente ¿cómo se van a sostener las personas que tienen que ganársela día a día en la calle? No te preocupes me dirán hacemos ollas comunes y el papá gobierno te chorreará tu propina -otra vez- mediante un bono de S/. 600.00 soles para estos quince días (si algunos se quejaban que un trabajador agrícola no podía vivir con S/. 36 soles diarios, el gobierno le otorgará S/. 40 soles en promedio; genial ¿no?). En el mejor de los casos esta ayuda llegará a algunas familias vulnerables (en situación de pobreza). Ya, bacán ¿y los que no están en esa categoría? Nada pues, tienes que ser solidario y empático.
El Perú es el país de la prohibición. Cuando no se sabe qué hacer con un fenómeno se prohíbe todo desesperadamente y luego “ahí se verá”. Prohibiciones absurdas además como aquella que nos impide a salir a la calle, pero permite salir a caminar una hora diaria (como a Abimael Guzmán en la base naval). Imagino la voz paternal (no patriarcal o tal vez sí) que se escucha: “porque soy magnánimo, me apiado de ti hijo mío y puedes ver la luz del día una hora al menos”. Otra confusión más sobre esto: si les parece que está bien el confinamiento -que no ha solucionado nada anteriormente- ¿por qué permitir salir una hora diaria? Una norma confusa genera inestabilidad y espacios abiertos para la arbitrariedad y la corrupción.
Pero no se preocupen con ciudadanos, compatriotas, el Supremo Gobierno y nuestro padre protector SPR saben bien qué hacer. Todo esto es por nuestro bien. Ya verán, juntos haciendo mucha fuerza comeremos y nuestros negocios subsistirán. No importa si no te tocó bono, juntos somos más fuertes o como dijo Sagasti en su mensaje: “tenemos una enorme reserva…de solidaridad, generosidad y vocación de servicio”. Con eso bastará.
Aún no me queda claro: ¿nos volvieron a encerrar?
Lima, 29 de enero de 2021
Eduardo Herrera Velarde.