La ola celeste
Como al parecer será común entre las propuestas de campaña, la opción más extrema de la derecha plantea una ofensiva de endurecimiento legal. Sin llegar a comprender problemas como la corrupción o la delincuencia, se valen de normas rígidas e inflexibles, pero que al final se tornan de cumplimiento imposible o, en el mejor de los casos, “conveniente”. Así funciona pues la mirada del Estado, desde siempre.
El anuncio más caustico de la candidatura de Rafael Lopez Aliaga, como resulta obvio, está vinculado a la lucha contra la corrupción. Cuando se habla de corrupción, según creen algunos, hay que parecer incendiarios e incluso lanzar calificativos a fin de mostrar autoridad, por eso esta candidatura pretende usar el caso Odebrecht como su estandarte. De esa manera promete -a reglón seguido- cadena perpetua, incautaciones y expulsiones contra la indicada empresa. Una propuesta inviable, por decirlo de manera elegante. Ninguna norma penal podrá regir “hacia atrás” ya que es harto conocido que las leyes de esta materia solo rigen a partir de su emisión en adelante, salvo que sean beneficiosas al imputado. Es decir, si quiere poner más sanciones en el caso de la constructora brasilera, deberíamos decirle al candidato celeste que llegó muy tarde.
La línea de drasticidad no acaba con la estridencia -falsa- con la que el partido político celeste quiere acabar con la corrupción. Ya que también, por ejemplo, propone eliminar asesorías corruptas del Estado sin decir el cómo. O sea, intuyen que con solo ponerlo en el documento como parte de las buenas intenciones de su plan -como para que la gente piense que tienen claro el problema- colocan la frase sin explicar la manera de lograr ese objetivo o sin, por ejemplo, establecer cómo harán para determinar cuáles asesorías son necesarias y cuáles no.
No obstante, y para que vean que no soy del todo “maletero”, la propuesta de Renovación Popular parece tener algunas cosas interesantes. En un chispazo dentro del trillado documento que compone su plan, plantean la creación de una Central de lucha contra la corrupción, dando evidencia de que sí tienen en claro algunas cosas elementales: si no se dedican esfuerzos 24×7 para combatir el mal endémico de moda, estamos en nada. Sin embargo, una propuesta como estas no tendría eficacia si es que el órgano que se propone carece de recursos necesarios y de independencia como para estar en condiciones, incluso, de “cortarle la cabeza” al mismo régimen de turno.
Cualquier entidad como la referida Central de lucha contra la corrupción debería de operar como un grupo de intocables que se dedique al “enfocerment” y -lo más importante- sin perder de vista que la corrupción solo es un síntoma de algo que está detrás y que no funciona bien. Aquí fallan todos y esta no es la excepción. No sirve de mucho cortar cabezas o meter presos a todos los delincuentes, sino se arregla la falla que originó la corrupción.
En la misma línea punitiva acostumbrada, Lopez Aliaga, para no desentonar, plantea -en cuanto a seguridad ciudadana se refiere- que todas aquellas personas sancionadas por delitos de hurto y robo entren siempre a prisión; es decir que no haya pena suspendida para estos delitos.
Claro, todo lo antes dicho suena muy bien y a tono con el clamor popular de mano dura, pero no nos engañemos, esto no sirve de nada si es que el sistema no funciona de una manera predictible, segura y rápida. Por eso, aunque me tomé la labor de leer todo el plan de gobierno del partido, no encontré ninguna propuesta de reforma de justicia seria, estratégica y estructurada; solo pequeños parches como impulsar el acceso a los jóvenes para que ingresen al Poder Judicial (sin explicar nuevamente el cómo) o la propuesta de que los órganos de control del Poder Judicial y Ministerio Público pasen a depender de la Junta Nacional de Justicia (aquí parece que no se enteraron que ya se creó la Autoridad Nacional de Control del Ministerio Público que, por ejemplo, va en esa línea de independencia).
Lo siento por la ola celeste. Me da la impresión, quiso ser un océano refrescante, potente como un golpe de agua contra la roca y salvador de nuestros destinos, pero no paso de ser -tristemente- solo un pequeño chorro incoloro e insípido.
Lima, 27 de enero de 2021
Eduardo Herrera Velarde.