Corrupción desde el Estado
Javier empezó vendiendo ceviche de pota en una carretilla. Se había quedado sin chamba y tuvo que ingeniárselas como millones de personas en este país.
Con el paso del tiempo, producto directo de su esfuerzo, Javier logró forjar prosperidad y hoy Javier tiene una cadena de cevicherías e incluso está pensando en internacionalizarse. Nunca necesitó ayuda del Estado, nunca pidió apoyo, lo hizo solo, a pulmón como se dice. Pese a ello, ese Estado acaso indiferente al esfuerzo de quienes intentan construir su proyecto de vida, le pone algunas “trabas” institucionales; eso claro está, luego de restarle utilidades a título de impuestos.
Un buen día en uno de sus locales asomó un funcionario municipal y le impuso una simpática multa, una de esas que todos sabemos que son producto, paradójicamente, de una “pesca”. La auténtica dinámica de busca el huevo de pascua para ganar. Sí, esa que se asemeja mucho a la del policía que nos detiene el vehículo por una “inspección de rutina”. Sospechosamente, el inspector municipal dejó “para cualquier cosita” su número de celular. El administrador del local llamó y, como era de suponerse, el diligente funcionario municipal le solicitó un monto de dinero para levantarle la multa.
Historias como estas -reales- son las que estamos abordando en la publicación trimestral llamada Mesa de Partes del Consejo Privado Anticorrupción (CPA), dedicado en esta edición a la corrupción desde el Estado, concretamente a aquella nacida desde los gobiernos locales.
Usualmente todo empieza por una norma, en este caso una norma que da discrecionalidad al funcionario público para que, en buena cuenta, pueda optar por dos vías: actuar conforme al criterio de justicia o abusar de sus funciones, ya sea generando recursos por multas absurdas para la entidad a la que representa o generándose un dinero extra que nunca cae mal. La corrupción en este sentido se convierte en un auténtico callejón sin salida. Además de ello, el sistema en cuestión opera casi como una genuina organización delictiva, la dinámica obliga al empresario a no denunciar; si denuncias te vuelven a caer y esa vez seguramente será peor.
El asunto tiene, en el caso de los municipios, un problema de origen. Basta con preguntarse, por ejemplo, bajo qué criterios nacen los municipios distritales. Hay demasiados y la cifra sigue creciendo. Claro, todos ellos auspiciados por la distorsionada idea de autonomía municipal que, hoy por hoy, faculta a cada distrito a constituirse como auténticos feudos.
Javier no quiere asistencialismo. Nunca lo necesitó. Lo único quiere es seguir forjando su riqueza honradamente, a pesar -incluso- del Estado. Así como otros empresarios, lo único que desea es que lo dejen trabajar.
Si quiere acceder a Mesa de Partes dirigirse al siguiente link: https://cpa.org.pe/wp-content/uploads/2020/11/Informe-Mesa-de-Partes-Noviembre-2020-3.pdf
Lima, 30 de noviembre de 2020.