¿SABE DEFENDERSE ANTE UN ABUSO DE LA AUTORIDAD?
Las personas y las empresas suelen reaccionar con cierto temor ante la actuación de una autoridad. Por supuesto que también existen de los otros, aquellos que desafían y crean un ordenamiento legal paralelo y hacen simplemente lo que les da la gana.
Lo primero que hay que tener en claro es que no siempre la autoridad tiene la razón para ejecutar un acto. Hay autoridades que interpretan una norma legal a su manera (arbitrariamente) y otras que, incluso, “crean” (se inventan) normas que no existen.
Cuando la autoridad inventa una norma la solución es muy simple. La constante implicará pedirle que nos enseñe la ley citada que sirve de fundamento para su acción. Por ejemplo, hace algún tiempo en las comisarías de Lima, cuando una persona iba a denunciar un robo o un hurto, se le oponía -como argumento para no aceptar la denuncia- que esta debía de hacerse en el plazo de 24 horas de ocurrido el hecho, de lo contrario la denuncia no sería recibida. Eso es falso. Ninguna norma refiere tal exigencia. Ante este tipo de situaciones se impone la actuación por insistencia en el ejercicio de un derecho. Es decir que el ciudadano reclame hasta obtener una respuesta de la autoridad o, en el caso, negarse a una orden determinada; el respaldo legal existe porque nadie debe obediencia a una orden ilegitima. Obviamente, en este tipo de casos es vital estar absolutamente seguros de nuestra posición. Ante la duda, la mejor recomendación es la abstención.
El problema gris surge cuando nos encontramos ante un supuesto de interpretación porque, en el limbo de las posiciones, podemos pasarnos la eternidad discutiendo con alguien. Al final de todo, las opiniones y argumentaciones casi siempre se reducen al libre arbitrio y casi todo es “opinable”.
Veo aquí, no obstante, dos hipótesis probables. La primera es que se trate de un acto de ejecución inmediata, por ejemplo, una infracción de tránsito o el intento arbitrario de cerrar un local. Mi mejor consejo es siempre, en primer orden, documentar la acción del funcionario (ahora esto ya es posible a diferencia de épocas anteriores). En paralelo intentar convencer a la autoridad -mediante la argumentación- de que la conducta es arbitraria y si esto no se logra, lo más prudente es dejar que continúe en la medida de lo posible. Decía Bonaparte al respecto “no interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error”. Claro, una vez terminada con la ejecución del acto arbitrario, y con la documentación de todo lo sucedido, evaluar las acciones correspondientes. Voy a eso más adelante.
La segunda hipótesis se da cuando el funcionario realiza la acción arbitraria mediante conductas no inmediatas, por ejemplo, cuando embarga la cuenta bancaria de una empresa por un supuesto impuesto municipal. En este caso lo mejor es estructurar una oposición con todos los medios legales posibles y, dentro de la estrategia, evaluar otro tipo de acciones indirectas.
Lo antes señalado me lleva al punto neurálgico de este artículo ¿la estrategia debe ir acompañada por una iniciativa adicional para contrarrestar el abuso? Por ejemplo, en el caso anteriormente descrito, ¿la empresa -aparte de las apelaciones u oposiciones- debería denunciar al funcionario por abuso de autoridad o quejarlo en la oficina de asuntos internos? Todo depende.
Es cierto que una denuncia o una queja no detiene la continuación del abuso, pero puede ser de utilidad si se aprecia como parte de un “todo”, de una estrategia. En mi experiencia he podido ver que muchas empresas o personas desisten de denunciar o quejar por evitarse represalias posteriores, por el temor que tienen como lo comenté inicialmente o, simplemente, para llevar la “fiesta en paz” sobre todo cuando se trata de una relación continua (por ejemplo, con una municipalidad en donde se tiene una fábrica). He llegado a ver incluso casos en los que la persona o empresa aceptan el abuso cuando saben claramente de su existencia.
Considero que, siempre, como toda estrategia, se deben escoger las batallas; no puede uno ir andando de pelea con todo el mundo porque incluso eso puede generar la utilización de recursos (económicos, humanos, etcétera). La estrategia para contrarrestar implica un análisis de cómo denunciar o quejar, sobre qué base hacer e incluso quién lo hace. En cuanto al objeto (la finalidad), este puede estar cifrado simplemente para marcar una posición de coherencia (sobre todo cuando se trata de empresas grandes que ejecutan para hacerse respetar) o simplemente para marcar un equilibrio estratégico y para que el funcionario tenga en claro que no podrán continuar con el abuso siempre. Aconsejo en este tipo de circunstancias tener mente fría y ver el tablero completo. Ojo no solamente es el inicio de una acción legal. Se pueden usar otros medios como acudir a prensa, a líderes de opinión, redes sociales, presión gremial, etcétera. Siempre teniendo en claro la finalidad u objetivo.
Sea como fuere es importante, en suma, conocer claramente nuestros derechos (no solamente los elementales, sino los derivados de nuestra ocupación o industria) y tener siempre lugar para pensar una estrategia. Tengamos en cuenta que, en países como los nuestros, con institucionalidad débil los abusos son parte del día a día y hay que estar preparados.
Lima, 08 de abril de 2020
Eduardo Herrera Velarde.