EL CASO SHERATON, UN CÚMULO DE MATICES GRISES
No pienso escribir sobre lo histórico que supone un fallo como el recientemente emitido en el Cuzco respecto a la demolición del proyecto del Hotel Four Point by Sheraton, porque resultaría algo obvio y redundante. Pienso ir un poco más allá.
La piedra angular, aunque suene algo sórdido hablar de ello en este caso, descansa en el certificado de parámetros urbanísticos que, según se relata en todas las publicaciones al respecto, se emitió trasgrediendo la normativa interna que prohibía una edificación semejante. Aquí caben dos hipótesis: la primera es que se trate de un desafortunado descuido en el que se vieron involucrados varios actores, y la segunda es que el certificado en ciernes se emitió mediante un acto irregular (soborno o equivalentes).
Es muy poco probable que la primera sea una hipótesis razonable. Que la parte solicitante (por el hotel) o la administración (la Municipalidad) no se hayan dado cuenta que en esa zona no se podía construir un edificio de esas dimensiones, resulta algo complicado. Lo más raro es que nadie se haya percatado, salvo los reclamantes, luego de tan avanzada que estuvo la estructura. Además, nótese que ninguno de los fallos sostiene una hipótesis como esta, ni siquiera como algo posible.
Entonces nos quedamos ante la hipótesis más dura. Probablemente aquí hubo algo; “algo” que se torna más negro que gris propiamente dicho. De ahí en más, espero que la historia esta vez no se repita. Funcionarios públicos sancionados administrativamente o con una investigación penal sin ningún tipo de drasticidad. Como será muy difícil probar un soborno (o tal vez no), quedará todo en un jalón de orejas. Los funcionarios saldrán, se reciclarán y luego de algunos años volverán tal vez a la misma Municipalidad.
¿Vamos adelante un poco más para ver cómo esta historia podría tomar un rumbo distinto? Por qué no. La pregunta del millón entonces es qué o, mejor dicho, quién originó esto. Así llegamos a la figura potente: el que solicitó u originó todo el trámite.
Todos los medios de prensa que han cubierto la noticia, refieren que fue una empresa inmobiliaria (R & G) la que habría originado todo el trámite cuestionado posteriormente. En este punto se despliegan varias interrogantes: ¿cuál fue el sustento para solicitar el certificado? ¿qué documentos se acompañaron? ¿hubo alguna distorsión relevante? ¿quién fue el encargado de realizar el trámite? ¿quiénes sabían y aprobaron esa gestión?
No obstante, todos estos trámites fluyen de la necesidad de una mandante y allí la cosa parece llegar a la madeja: el dueño del negocio (Sheraton, como empresa). El quit del problema se centra entonces en el nivel de control y supervisión que habría ejercido el propietario del negocio: ¿sabía todo o confió -ingenuamente- para luego resultar “engañado” como muchos de los políticos peruanos que se hacen los locos cuando su líder cae por corrupción? Cuesta creer que una empresa de tan grandes dimensiones pueda ser engañada o sorprendida. Pienso que es muy probable que tenga un área de compliance de esas que dicen no a todo y que te repleta de documentos y formularios cada vez que quieres hacer algo. Ahí termina todo, en el formulismo paranoico. Mi olfato me lleva a pensar que, probablemente, y más por cansancio tal vez hayan terminado diciendo: “ya, si las cosas son así en Perú, entonces hagan lo que tengan que hacer, pero no me reporten nada”. Digo, sigo lanzando una hipótesis.
¿Se pagaron honorarios a alguien para que realicen gestiones por este trámite? ¿algún abogado o gestor involucrado? ¿quién aprobó toda la gestión desde el cliente final (Sheraton)? ¿hay salida de dinero sospechosas (desde la Inmobiliaria)?
Dudo mucho que en estas lides de la gran corporación no existan explicaciones legalmente sustentables como siempre. Argumentaciones con solidez basada en la ley existirán para todos los gustos. Pese a ello, el comportamiento ético que tanto se reclama a nivel mundial a las grandes empresas no admite dudas y tiene un estándar muy blanco: actuar correctamente, aunque nadie nos esté viendo (o nos detecte). Los grises parecen difuminarse dando paso a un sórdido color negro que ahora se despliega en nuestro Cuzco querido.
Lima, 16 de septiembre de 2019
Eduardo Herrera Velarde.