¿SABE CÓMO SU ABOGADO GANA LOS JUICIOS?
La profesión de abogado, tristemente, se ha convertido en una representación del brazo legal de los esquemas de corrupción latinoamericanos. En el Perú, eso no ha sido la excepción.
No es necesario ser una máquina criminal ni una organización delictiva, para comprender que este fenómeno se repite en el mundo normal con una cadena perversa que coloca al letrado, como un usuario habitual, del “sistema” que todos nosotros, por acción u omisión, hemos contribuido a crear.
La cadena empieza con un cliente (empresa o persona natural) que requiere defensa en un caso determinado. El primer problema es que, como resulta lógico, el cliente desea tener las mejores posibilidades de éxito. A casi nadie -por no ser absoluto- le interesa una defensa brillante con un resultado adverso. Todos quieren ganar.
El incentivo está creado entonces. Como el cliente quiere ganar, muchas veces el abogado acepta y asegura un resultado. Entonces todo está servido para la corrupción “express”. Nadie puede asegurar un resultado. Salvo que efectivamente lo “asegure”.
Con ese antecedente, que muy probablemente ya pasó al olvido, ahora el “sistema” ha generado perversiones que ya no requieren del aseguramiento, la corrupción en muchos casos se ha convertido en el ticket de entrada al éxito judicial (y pre judicial).
La solución está en nuestras manos, mientras que el sistema de administración de Justicia se “autorreforma”. Un primer compromiso está en el ámbito del cliente de no exigir resultados y saber tolerar los embates del modelo (saber perder, cueste lo que cueste); al final la Justicia se abrirá paso. En el mismo sentido, desde el cliente, no caer en la ceguera voluntaria condensada n esa frase tan latina, tan corrupta: “tráeme resultados, no importa cómo lo hagas”.
En contraposición, un compromiso bilateral de no facilitar -por parte de los abogados- “soluciones ingeniosas” para que el cliente esté satisfecho y nos siga contratando. No caer en la tentación del aceite. De esta manera el mercado sabrá valorar al que mejor arte de litigar tiene; los mejores ganarán.
Dado este primer paso, lo demás es perfectamente viable. Créanme que en verdad esto está empezando a cambiar.
Lima, 04 de setiembre de 2018
Eduardo Herrera Velarde.