“PERMISOLOGÍA” Y CORRUPCIÓN
Ahora que se acerca una nueva etapa de elecciones regionales y municipales es importante abordar el problema de la llamada “permisología” como mecanismo de fomento de la corrupción.
La “permisología” impacta a las empresas desde dos vertientes diferentes. La primera cuando una empresa decide -y necesita- obtener un permiso o licencia; el caso más común que nos viene a la mente es el de la construcción. En esta hipótesis, las municipalidades -algunas, por cierto- se esfuerzan de complicar los trámites y luego ofrecen ágilmente y sinuosamente la solución usando el concurso de terceros que se mimetizan como consultores, asesores, etcétera. La segunda, en la fiscalización, cuando el permiso o licencia ya se tiene y necesita que sea examinado periódicamente. Sin embargo, esta vertiente tiene una distorsión que es la que interesa al presente artículo: algunos malos municipios presionan -obligan- a empresas hacer donaciones. En la hipótesis que la empresa se niegue, entonces comienza el asedio degenerando sus facultades mediante una actividad cercana a la extorsión.
He tenido oportunidad de conversar con innumerables funcionarios de empresas, de distintos sectores, y hay algunas que, en un encomiable acto de fe, han decidido no ceder. Este privilegio de resistencia, desde luego, no lo tienen todas, hay que tener “espalda”. Para una empresa pequeña, el no tener un permiso, puede significar su continuidad.
Me parece que nunca habrá forma de justificar la corrupción. Hay que tener en cuenta, no obstante, que el ceder ante requerimientos como los antes señalados es, prácticamente, un acto de defensa propia como lo referí anteriormente. O pagas o mueres.
Hay dos propuestas de solución que me gustaría plantear, en las dos orillas del problema (porque, claro, en un acto de soborno, siempre, “el tango se baila de a dos”). Por la empresa, mecanismos de anticorrupción, no solamente formales o de papel, sino también que, en suma, compliquen la posibilidad de caer en la tentación de la coima. Esto bajo la lógica de la historia de Odiseo; es decir, mediante la autorregulación colocarse las amarras para no caer en la tentación del canto de las sirenas. Ya hay muestras objetivas en muchas empresas del medio que dan cuenta de una inusitada fórmula de éxito, dificultar la corrupción hace a la empresa adaptarse a una cultura de integridad.
La segunda propuesta, pasa por fomentar círculos virtuosos. Negociar a nivel gremial de manera abierta y transparente con las municipalidades, buscando mecanismos de consenso para disminuir el fenómeno, pasando por el análisis de desregulación hasta el mismo desprendimiento de facultades a las que las municipalidades tendrían que renunciar. Esto exige como es obvio mucho desprendimiento como toda negociación. Sin embargo, en esto ganamos todos.
Este es el momento. Hay que aprovecharlo.
Lima, 03 de junio de 2018.